Criada en una familia de intelectuales y políticos –es sobrina del expresidente Leopoldo Calvo-Sotelo-, es doctora en Ciencias Políticas y Sociología por laUniversidad Complutensede Madrid y desde1996,catedrática de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en laUniversidad Complutense.Gran parte de su vida se ha dedicado a la docencia en su alma mater, hasta que en el 2006 Rodríguez Zapatero la nombró ministra de Educación, cargo que ostentó hasta el año 2009. Actualmente es diputada por Madrid. El año pasado publicó "Juan March (1880-1962)", y con ella hemos tenido la oportunidad de conversar sobre este personaje histórico tan controvertido.
¿Qué le motivó escribir la biografía "Juan March (1880-1962)"?
En el año 2000 me invitaron a participar en un seminario sobre "Escándalos políticos y responsabilidad pública en la España contemporánea", celebrado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Decidí hablar sobre el juicio por cohecho que la comisión de responsabilidades de las Cortes constituyentes de la República entabló contra Juan March. Lo que entonces leí de los fondos de archivo del Congreso de los Diputados me empujó a seguir trabajando sobre él. Había ya varias biografías publicadas, pero creí que merecía la pena investigar más. Luego aquello se convirtió en un largo trabajo, porque tuve que interrumpirlo durante unos años.
La imagen de Juan March siempre ha sido controvertida: inteligente, manipulador, contrabandista… Tras su estudio, ¿a qué conclusión ha llegado?
Cuando murió March, Josep Pla escribió que fue un hombre de negocios absolutamente fuera de lo corriente, porque lo habitual era la mediocridad. Era perfectamente lógico que en un país tan pobre como el nuestro, sus métodos levantaran tempestades de envidia y, como en la antigua Grecia, hicieran nacer sicofantes. Para hablar sobre March, decía Pla, debía separarse la leyenda de la realidad y sopesar las cosas con una fría objetividad.
No es fácil seguir ese consejo, porque desde entonces acá, la leyenda ha seguido cebándose y las anécdotas acumulándose. De lo que no cabe duda es que levantó una inmensa fortuna, una de las mayores del mundo en su momento, y debería ser con los grandes magnates de otros países con quien tendríamos que compararlo.
Fue siempre muy consciente del poder que otorga la información. Fue propietario de diferentes cabeceras. ¿Será por eso que apenas hay rastro de sus acciones? Sorprende que la Fundación Juan March no disponga de archivo personal.
Sí hay rastro de sus acciones, pero ese rastro está disperso por distintos archivos, españoles y extranjeros. Tampoco es tan extraño que no exista archivo personal; no es en absoluto frecuente entre empresarios y banqueros españoles, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo en Estados Unidos. También puede encontrarse información abundante -y opiniones- sobre March en la prensa porque, efectivamente, y a diferencia de otros hombres de negocios, March decidió saltar a la escena pública. Lo hizo fundando algún periódico, como "El Día de Mallorca", en el que trabajó Pla, o comprando otros, como "La Libertad" e "Informaciones" de Madrid. Una cosa y la otra obedecieron a razones distintas. March era consciente de la importancia de la prensa, no tanto para obtener información como para influir en la opinión. En esto, como en otras cosas, March era moderno.
También decidió intervenir directamente en la vida política, formó parte de la dirección del partido Liberal en Mallorca, se presentó a las elecciones en 1923 y salió diputado. Volvió a hacerlo en 1931 y 1933, una vez convertido el Partido Liberal en Círculo Republicano de Centro. Fue otra decisión que le expuso al comentario, la crítica y la denuncia mucho más que a muchos otros hombres de negocios de la época.
¿Existe alguna figura actual con la cual se podría establecer paralelismos?
Si buscáramos paralelismos simplemente con empresarios y hombres de negocios españoles capaces de levantar grandes fortunas, por supuesto que encontraríamos ejemplos. Pero eso quiere decir muy poco. Todo ha cambiado demasiado: desde el desarrollo de la economía y la sociedad españolas, y la internacionalización de empresas y bancos, hasta el crecimiento del Estado y las relaciones entre los poderes económicos y la política, pasando por el tratamiento legal y la consideración moral de determinados comportamientos.
Si no se tienen en cuenta todo eso, cualquier paralelismo deja de tener sentido. Los paralelismos hay que buscarlos más bien entre personajes que desarrollaron sus actividades en circunstancias históricas parecidas.