La comunidad lasallista vive unos días especiales. A la festividad ayer del patrono de los educadores y fundador de la red de escuelas cristianas, San Juan Bautista de La Salle, se une la celebración de la semana PROIDEBA, la fundación de ámbito balear ligada a PROYDE (Proyecto y Desarrollo) y que este año conmemora su décimo aniversario.
Esta organización se dedica a la cooperación internacional y actúa en centros educativos y orfanatos de países en desarrollo, también vinculados a La Salle, donde se realizan mejoras en las instalaciones y se promueve la enseñanza para niños y niñas por igual.
Este año la semana PROIDEBA lleva por lema "Tu la fas, ell la paga" y está dedicada a los problemas medioambientales que, provocados por el mundo desarrollado, afectan a todo el planeta y perjudican especialmente a los países más pobres.
En el momento de reflexión, que cada día da lugar en las aulas de La Salle a una nueva jornada escolar, los profesores explican a sus alumnos las consecuencias de acciones, a priori inofensivas y que se realizan, a diario, en nuestro mundo.
La guerra desatada en el Congo para controlar la extracción del coltán, el mineral utilizado en los móviles y otros aparatos electrónicos; la exportación de residuos tóxicos e informáticos a vertederos incontrolados de India o Ghana; la imposición por parte de las multinacionales de los cultivos en los países del sur, para producir, por ejemplo, etanol para vehículos, mientras sigue sin erradicarse el hambre.
Además de esta labor de concienciación, la semana finalizará con una merienda solidaria para recaudar fondos y se realizarán actividades culturales. Cualquier fiesta escolar se aprovecha para recoger dinero que se invierte en las escuelas de países más necesitados. Y el colectivo de voluntarios se nutre de los propios maestros de La Salle, en el caso de PROIDEBA, de Balears.
Así, Sonia Sastre, profesora de Educación Primaria, ha viajado en tres ocasiones, dos a India y una a Guinea, donde ha podido vivir una circunstancia distinta y que recomienda. "Es un cambio total con respecto a tus experiencias cotidianas, en realidad, te das cuenta de todo lo que has vivido cuando vuelves", asegura la profesora con cierta pena, ya que este verano no podrá colaborar debido a que tiene otros compromisos.
"Hay muchos profesores del colegio que han pasado por esta experiencia, aunque pueden colaborar voluntarios que no están en La Salle", afirma Sonia Sastre, quien deja claro que las donaciones se transforman, sobre el terreno, en mejoras palpables para los niños, y que los voluntarios trabajan codo con codo con la gente de cada país.