Cuando se les preguntaba por las primeras horas de funcionamiento del desvío, los vecinos de Ferreries que viven en las casas de la carretera tenían una cosa en común: el polvo. Unos, porque aseguraban que a partir de ahora ya no tendrán que limpiar tan a menudo para eliminar el polvo negro que se cuela por todas las partes de la casa como consecuencia de los tubos de escape de los coches. Otros, porque esperaban acabar de una vez con el polvo rojo que ha invadido su casa por el movimiento de la tierra roja del desvío.
Ayer por la tarde, seguían circulando coches por la carretera general a su paso por Ferreries, pero menos de lo habitual. Una vecina aseguraba que "ya se nota, ya. Este momento de calma que tenemos ahora era muy poco habitual antes, y a partir de ahora espero que lo sea mucho más". Esta vecina aprovechaba ayer por la tarde para hacer limpieza a fondo de su casa y quitar el polvo negro de la puerta, el buzón, de debajo de los muebles... Pero sobre todo, esperaba la noche. "Para compensar el descenso de ruido en la carretera, hoy bajaremos el volumen de la tele", aseguraba.
Otra vecina se asomaba por la ventana de su casa y explicaba que "aún no se nota demasiado lo del desvío". La ventana de su dormitorio asoma directamente a la carretera, y teóricamente, su descanso debe ser más placentero sin tantos coches ni autobuses circulando un piso por debajo de su cama. Ella, no obstante, confiesa que "para dormir a gusto, me quito los aparatos que llevo para escuchar bien, y duermo divinamente". Eso sí, espera que la menor afluencia de coches se note a la hora de cruzar la carretera y dirigirse al pueblo para comprar, pasear o tomar un café descafeinado. "Hay veces en que hemos tenido que esperar diez minutos para poder cruzar el paso de peatones, incluso con la policía ayudando. A ver si ahora no tenemos que aguardar tanto para poder llegar al pueblo", explica.
Desde otra ventana, otro vecina confiesa que no sabía que el desvío se estrenaba ayer, y cuenta que "por el momento no he notado una gran diferencia. Esto seguro que se aprecia en verano, o así confío en que sea". Cierra la ventana y vuelve a sus quehaceres cotidianos.
En otra casa, una señora ya mayor no se encuentra en su vivienda. Ha salido a ver a un familiar. No obstante, sus allegados explican que hasta el día de ayer, ella casi no se creía que lo del desvío iba en serio, y que como Santo Tomás, no lo asumiría del todo hasta que lo viera con sus propios ojos. Han sido muchos años de espera, de promesas incumplidas y de politiqueo vacío de resultados que le han hecho perder la esperanza que ahora, en cuanto vea realmente que el desvío ya funciona a escasos metros detrás de su casa, podrá recuperar.
En otro punto, una vecina vestida con una bata de andar por casa abre la puerta y también pregunta si es verdad que ayer era el día en que el desvío se daba por inaugurado. "Pues qué bien, porque ahora ya podré pintar mi casa y deshacerme de este polvo rojo que se acumula por todas partes. Mire, mire", explica, señalando la barandilla, las paredes, las luces y la terraza. "Lo que me va a costar pintar todo esto", exclama. Se ha acostumbrado a utilizar más la parte de atrás de la casa, la que no da a la carretera, que la de delante, y por eso no nota demasiado el tránsito de vehículos. No obstante, sí ha percibido que desde que se estrenó otra obra, el dique de Son Blanc, pasan muchos más camiones por delante de su casa. Ahora, serán menos. Ella confiesa que "si por mí fuera, hubiera hecho una cosa más pequeña. Mi marido cuando vivía defendía que con salvar las dos curvas malas de Es Cabrer hubiera sido suficiente, y no esta gran obra que han hecho. Estoy de acuerdo con él, y además esto hubiera rebajado mucho el coste del proyecto, pero claro, como esto lo pagamos entre todos, a algunos les da igual".
A media tarde de ayer, seguían pasando coches por la carretera general a su paso por Ferreries, y así será siempre. Seguramente eran menos que en días pasados, y en semanas pasadas, pero el cambio no era fácilmente apreciable. Habrá que esperar unos días para ver cuál es el efecto real y para saber si, como dicen estas vecinas, con el desvío, el polvo se acaba.