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Cada semana 170 familias de Maó piden alimentos a Caritas

La memoria de la organización diocesana de 2011 revela que unas 5.000 personas se beneficiaron de forma indirecta de los programas de ayuda

Caritas. Joan Mir, Rafael Portella (delegado episcopal), Salvador Giménez y Tonia Florit - Javier

| Maó |

Los servicios de alimentos de Caritas en las parroquias de Maó y Ciutadella atendieron el año pasado cada semana una media de 170 y 140 familias, respectivamente. También aumentaron las peticiones en las de Ferreries, Es Castell y Alaior.

La entidad calcula que este aumento ronda el 20 por ciento, respecto al año pasado en toda Menorca y que alrededor de 5.000 personas se beneficiaron de forma indirecta de los programas de ayuda promovidos por la organización diocesana y las propias parroquias (algunas familias participaron en varios servicios).

Además, un 15 por ciento de ellas fueron atendidas por primera vez, en su mayoría parados jóvenes con hijos menores a su cargo que han traspasado la línea roja de la vulnerabilidad a la pobreza. Estos son algunos datos recogidos en la Memoria 2011 de Caritas dados a conocer ayer por los responsables de esta organización humanitaria en la Isla en presencia del obispo de Menorca, Salvador Giménez Valls.

El perfil de las personas que solicitaron ayuda a Caritas es el de una mujer, mayoritariamente inmigrante, de entre 25 y 35 años, que no ha finalizado sus estudios, sin trabajo, con hijos menores, sin ingresos para cubrir sus necesidades básicas y sin derecho a percibir prestación. Pero la pobreza no sólo se ceba con el colectivo inmigrante, sino que el número de españoles que recurrió el año pasado a esta organización creció casi un nueve por ciento respecto a 2010 (366 personas).

También aumentó el número de familias que volvieron a solicitar las ayudas de Caritas después de haber logrado salir de una vida sin expectativas. Sólo el servicio de alimentación de las parroquias dio cobertura en toda la Isla a 2.066 peticiones. Pero también se incrementaron las peticiones de ayuda para medicamentos, viviendas, trabajo y educación.

Asimismo, cada vez son más las familias menorquinas que conviven con una situación crónica de pobreza, es decir, desde hace 2 o 3 años recurren de forma sostenida a las ayudas de la entidad humanitaria. La pobreza no sólo se ha cronificado en la Isla, sino que se ha extendido; hay más personas sin trabajo sobre todo jóvenes, más parados de larga duración.

La pobreza también es más severa, cada vez es más difícil encontrar una salida; los trabajos sencillos ya no existen y el horizonte cada vez es más negro.

Esta situación de desesperanza, impotencia y frustración ha obligado a la organización humanitaria a intensificar el trabajo de los servicios y espacios de acompañamiento, autoayuda, autoestima y superación de pérdida.

Todo ello, en un contexto de merma económica de la entidad diocesana que ha obligado a sus responsables a reordenar sus recursos y programas para ser más eficaces.

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