Como ocurre siempre en todos los partidos, las críticas -algunas, aceradas- al candidato oficial de turno se ventilan entre bastidores, en toscas conspiraciones de bares, donde el eco de las trompetas que llaman a filas se ahoga por el sonido de las voces disidentes. Luego, ocurre lo de siempre: todos mueven las palmas entusiastas para saludar la entrada del elegido en la Ciudad Santa. Esta vez no será distinto. Santiago Tadeo será confirmado el próximo sábado en el Club Marítimo de Mahón como presidente del PP de Menorca en un décimo congreso del partido que aparece despejado de enemigos para el líder de perfil gris pero marcha implacable que ha cosechado la mayor victoria del Partido Popular en unas elecciones locales. Como en el pasado congreso, se espera también que Tadeo coseche una mayoría aplastante de votos.
Hace cuatro años, en una votación marcada -como todas- por la abstención, después que ejercieran su derecho a voto sólo 329 de los 992 afiliados del partido, el exconcejal de Hacienda de Es Castell tomó por primera vez las riendas de la formación conservadora, superando, pese a ello, el nivel de apoyo alcanzado por su antecesor, un Juan Manuel Lafuente a quien las derrotas electorales acabaron desgastando como la punta de un lapicero viejo.
Como antesala, el terremoto político causado por el abandono (48 horas antes del congreso) del alcalde de Ciutadella, Llorenç Brondo, y ocho concejales del PP al sentirse despreciados por la junta insular, y el intento desesperado del ínclito Joan Huguet de forzar -en una reunión celebrada en el chalé de su hermano Paco- una candidatura de consenso encabezada por Cristóbal Huguet para evitar que el PP acudiera dividido a la convocatoria. Casi "ná". Tadeo demostró arrestos, ganó, y en la victoria, hizo gala de inteligencia, lanzando el guante al sector crítico que habían liderado Antoni Camps y Juan Domínguez Aguado, con una oferta de integración más semántica que real, brindando puestos de libre designación en la junta insular a los perdedores. Los equilibrios de las distintas familias del PP obrarían años después el prodigio de volver al dúo Camps-Domínguez a primera línea de la arena política. En su favor hay que anotar que, tras la derrota, siguieron trabajando entregadamente para el partido, respetando siempre la figura de Tadeo.
El exconseller Antoni Camps, hoy cómodamente asentado en el Parlament, y el exdelegado del Govern balear en Menorca durante los años felices de Jaume Matas, Juan Domínguez -hoy recolocado como asesor técnico y cargo de confianza de la Conselleria de Administracions Públiques que dirige el menorquín Simón Gornés- animaron los prolegómenos del pasado congreso, donde Tadeo fue investido por primera vez como presidente tras los amagos de la dupla Camps-Domínguez, tímidamente coreada por el también exconseller Pedro Hernández, de presentar una lista alternativa.
Escribía hace cuatro años (23 de julio de 2008) Antoni Camps en su concurrido blog personal ("El progrés de Menorca"): "En este congreso insular podremos visualizar dos proyectos diferentes, que plantean una disyuntiva bien clara: seguir igual o cambiar. Es decir, el próximo día 2 de agosto, entre todos, decidiremos si ratificamos el rumbo seguido hasta ahora o si estamos dispuestos a cambiar de estrategia para tener opciones de gobierno dentro de tres años. Nosotros apostamos por el cambio, por la renovación y por la reactivación del partido". Camps no dio ni una: su voluntariosa, aunque escasamente creíble, amenaza quedó en amago para gloria de un Tadeo que, tres años después, colocaría por orden de Palma al exconseller en la lista del Parlament, y el PP arrasó en las elecciones, cosechando 13 históricos escaños en el Consell.
Las bisoñas referencias a "la acción, la movilización, el impulso y la ilusión" lanzadas por Camps quedaron en nada. "El Partido Popular –escribía entonces el hoy diputado ciutadellenc- está en la oposición en el Consell insular desde hace nueve años y esto se tiene que acabar. No podemos seguir con un Partido Popular sin relieve, domesticado, de perfil plano, que no molesta a los gobiernos de izquierdas. Hemos de molestar y mucho. Y hemos de tener gente al frente del partido que esté dispuesta a hacerlo. Y nosotros lo estamos".
La historia es conocida de todos. La oposición anunciada por Camps y Domínguez ni molestó ni inquietó; simplemente no existió. Poco queda ya -sino el recuerdo- de aquellas tiernas alusiones a la democratización del partido y a la participación de los afiliados, con referencias a la elección de los candidatos a través del sistema de primarias. En el PP, las cosas jamás han funcionado así.
El hombre que quería "terminar con actitudes caciquiles extemporáneas que tantos problemas nos han causado y que han desmotivado a nuestra base social" es hoy un tranquilo diputado. El rearme del proyecto popular lo dio el rotundo triunfo de las urnas del pasado 22 de mayo. Después, la crisis ha frenado la euforia.
Los sigilosos intentos de parte de la cúpula del PP balear, a la que no gusta Tadeo, por animar la presentación de una candidatura alternativa no han llegado al final ni a intentos. Sólo al de conspiraciones en la sombra. La cercanía del congreso ha acallado las voces y Tadeo ha tomado el aire necesario para liderar un proyecto para el que ha buscado, de momento, rostros nuevos, como el del conseller de Deportes y Cooperación Local, Juanjo Pons, como secretario general en sustitución de Antonia Gener, o el de la teniente de alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Maó, Ana Lía Noval, como subsecretaria de Comunicación y portavoz oficial del PP, un nombramiento que ha sorprendido en no pocos sectores del partido, si bien algunos, como el exconseller Antoni Camps, han celebrado las incorporaciones. El próximo sábado, Tadeo está ante su oportunidad de dar un paso al frente en la capacidad de liderazgo que se le discute desde ciertos sectores del PP. Los que juegan a descabezar presidentes con amenazas de "monopoly".
Otro caso es el del veterano Manolo Yebra, otrora número dos del PP de Maó y actual director del área económica del consistorio mahonés. Su anuncio de candidatura alternativa fue, como el de Camps-Domínguez, "fum de formatjades". El movimiento auspiciado por Yebra recogía una preocupación real, comprensible especialmente en un hombre que cuenta con el honor de haber sido elegido en 1978 por Abel Matutes para implantar Alianza Popular en Menorca. Reconocía Yebra que el PP estaba en crisis y que reinaba la confusión, la desorientación y la falta de credibilidad. Y como Camps y Domínguez, seguramente no le faltaba razón. Le faltó, eso sí, determinación. Su lista alternativa quedó, como todas, a nivel de amago.
Cuatro años después, Antoni Camps admite que "el PP ha ganado de forma clara las elecciones y, si esto ha ocurrido, es porque las cosas se han hecho bien, al menos no se han cometido errores. Tadeo ha tenido la virtud de unificar y pacificar al partido". Dicho queda.