La literatura y el cine a menudo han mostrado el lado más fantástico, envuelto de cierto romanticismo y aventura, del mundo de la piratería. Una exposición itinerante, cedida temporalmente por el Museu Marítim de Barcelona a la Fortaleza de La Mola, devuelve al visitante a algunos de los episodios crueles de esta práctica, que durante siglos ha estado ligada a la historia de la navegación y que ha tenido implicaciones políticas, económicas y sociales. "Pirates a la Mediterrània" es un resumen histórico en veinte plafones de la actividad de los piratas en el Mare Nostrum, enriquecida además con la exhibición de reproducciones de objetos ligados al pillaje en el mar y al asalto de las costas, como armas (una espada medieval, una ballesta, un sable o un arcabuz), elementos para la navegación como el astrolabio y la carta náutica de Gabriel Vallseca (1439), un modelo de jabeque o 'xabec', la embarcación ligera utilizada por muchos piratas, y documentos como una patente de corso que otorgaban legalidad, por el poder político, a los bucaneros, que podían ejercer el denominado derecho de represalia contra los barcos de países enemigos de la Corona.
La exposición es fruto del acuerdo firmado entre La Mola y el Museu Marítim de Barcelona y el transporte hasta el recinto de la muestra ha sido posible gracias a la colaboración del Consorcio del Museo Militar de Menorca, según explicó ayer la directora del recinto del puerto de Maó, Joana Català. El recorrido por nombres y lugares marcados por la piratería (los hermanos Barba-Roja o la ciudad de Argel se asociaban al terror) tiene un objetivo didáctico: las agresiones y el crimen organizado en el mar continúan hoy día en diferentes puntos del globo y, recuerda la muestra, "no se deben idealizar o mirar con simpatía".