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Mónica "sabe lo que quiere y lo que hace. Y lo hace porque quiere"

Los peritos niegan que la acusada de matar a su hijo sea una enferma mental y le atribuyen una personalidad antisocial

Consciente. Los peritos afirmaron que Mónica es consciente de lo que ha hecho y no está trastornada - A. Artigues

| Palma |

Mónica Juanatey no es una enferma mental. "Sabe lo que quiere y lo que hace. Y lo hace porque quiere". Los psiquiatras que han evaluado a Mónica Juanatey en distintas ocasiones aseguraron ayer a los miembros del jurado popular que la acusada no padece ninguna enfermedad mental mayor ni es una psicópata. Solo presenta rasgos psicopáticos o un trastorno antisocial de la personalidad que simplemente explican su conducta como una mujer irresponsable, mentirosa, manipuladora, impulsiva y que actúa con un total desprecio y deslealtad hacia las demás personas y sus derechos.

Una y otra vez, los peritos, ante una larga retahíla de preguntas de la defensa –que prolongó su comparecencia desde las 10.30 hasta casi las 14 horas–, llegaban a la conclusión de que la acusada sabía lo que hacía.

Es más, los peritos recordaron que en las dos primeras entrevistas que mantuvieron con ella, Mónica Juanatey dijo claramente "que ahogó al niño una mañana cuando se bañaba". En esas entrevistas también dijo que "quería pagar por ello y que estaba bien en la cárcel". A juicio de los forenses, ese relato es coherente con el contexto del caso: el hallazgo del cuerpo del niño oculto en la maleta, negar que fuera su hijo o haber mantenido en silencio hasta el descubrimiento de los restos los hechos. Por ello, reiteraron ayer ante el jurado popular su credibilidad.

En este sentido, matizaron que es con posterioridad a las primeras entrevistas cuando Mónica cambia y dice que su primer recuerdo es verse con el niño en sus brazos ya muerto, olvidando el momento de la muerte.

Los peritos insistieron en que la amnesia que Mónica Juanatey alega respecto de ese momento y que, por tanto, sería una amnesia que duraría unos minutos "no tiene ninguna explicación médica, ni orgánica ni mental". Por ello descartan que realmente se haya producido. Otra cosa, según advirtieron, es que haya intentado borrar esa imagen de su mente. "No se puede no recordar solo dos o tres minutos", indicó una de las psiquiatras.

Cada vez que se les preguntó, los peritos repitieron que Mónica Juanatey no tiene ninguna enfermedad mental, que es una persona con una conducta antisocial "que miente, engaña, viola los derechos de los demás, falta de sentimientos, fría, que actúa sin pensar si puede dañar a los demás, si puede hacer sufrir o no… le da igual, actúa como quiere", pero eso no le impide en absoluto "tener capacidad para conocer lo que está bien y lo que está mal, controlar su conducta, sopesar y valorar las consecuencias de sus actos", advirtieron.

Los peritos concluyeron que Mónica es consciente de lo que ha hecho, que no padeció ningún trastorno y que la acción fue voluntaria. Insistieron en la ausencia de cualquier signo de arrepentimiento y en que su conducta anterior a la muerte del niño, posterior y sus respuestas no son compatibles con un trastorno mental ni completo ni parcial.

Los forenses sostienen que la muerte de César fue violenta, no natural

Los forenses que examinaron los restos del pequeño César admitieron que el hecho de que solo se hallaran huesos y no masa corporal dificulta más determinar la causa de la muerte. No obstante, las circunstancias que rodean el hallazgo del cuerpo –oculto en una maleta- llevan a los forenses a llegar a la conclusión de que fue una muerte violenta, no natural, presumiblemente homicida.

Advirtieron que, al disponer solo de huesos, no se puede establecer el mecanismo por el que se produjo la muerte, ya que en los huesos no se observan señales de lesiones.

El abogado de la defensa inquirió repetidamente a los forenses para que dijeran si el niño pudo haber sufrido un episodio de epilepsia, basándose en que la abuela materna del niño los tenía. "¿Puede ser hereditaria?", preguntó. Los forenses indicaron que la abuela inició los episodios ya de mayor y que, por tanto, difícilmente, dicha epilepsia tendría un carácter congénito. Ahora bien, los forenses respondieron afirmativamente a la pregunta de la defensa de si una persona que sufriera un ataque epiléptico podría ahogarse en una bañera.

Los jurados formularon preguntas a los forenses, tales como si habían consultado la historia clínica del niño o cuándo se inicia la rigidez de un cuerpo. Explicaron los peritos que no pudieron acceder al historial, pero que indagaron y no constaba que César tuviera ninguna enfermedad.

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