Julián Hernández es ya el exdelegado territorial de Educación en Menorca, tras comunicar ayer públicamente su dimisión. Con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos, después de las horas de tensión vividas por la mañana, cuando en solitario recibió a los más de un centenar de docentes que se manifestaron a las puertas de su oficina y dentro del edificio, Hernández compareció ante los medios a primera hora de la tarde para despedirse del cargo.
Insistió en que se trata de una dimisión que ya había comunicado a sus superiores de Palma y que debía producirse hoy viernes -mostró la carta de despedida fechada el día 2 de agosto-, pero que se precipitó tras "los actos o acontecimientos", como calificó la protesta, que sucedieron en la sede de la delegación. Salía así al paso de la confusión que se generó en torno a si su marcha era un cese por parte de la Consellería balear de Educación o un adiós voluntario.
"Yo dimito, no hay un cese", señaló rotundo el ya exdelegado, quien ahora vuelve a su situación de jubilación voluntaria que tenía antes de aceptar el cargo. "A partir de ahora soy pensionista", especificó Hernández, quien explicó que puso su cargo a disposición de la Conselleria en la última remodelación del Govern balear, cuando fue destituido el entonces titular de Educación, Rafel Bosch.
"La nueva consellera, Joana Maria Camps, me pidió acabar el curso, yo soy una persona colaboradora en general y acepté, pero ahora ya he acabado las fuerzas, no puedo continuar con esta situación, además tengo una situación familiar también complicada, y creo que debo dejar paso a otras personas que lo harán mucho mejor que yo, no puedo trabajar así y doy las gracias a todo el mundo", fueron las declaraciones de Hernández realizadas en las oficinas de Educación en Maó.
Equipo
El exdelegado se definió a sí mismo ante todo como un "maestro de escuela" y confió en que "todos los maestros puedan levantar el septiembre y puedan llevar a buen puerto la enseñanza, todos ellos son buenos profesionales y no dudo de que se implicarán y salvarán todas las barreras e impedimentos que pueda haber y lucharán en beneficio de los niños". Tuvo palabras emocionadas de agradecimiento a todo su equipo, "he estado rodeado de muy buenos compañeros, siempre cerca y que me han asesorado, me puedo ir con un trabajo hecho y la cabeza alta".
Sobre la conflictiva situación que se vive en el mundo de la enseñanza, Hernández manifestó que es "una época difícil y complicada, conviene hacer una pequeña reflexión y buscar el consenso para intentar salvar a los niños, trabajamos por ellos, son el futuro de nuestro país y son los que se merecen que todos estiremos de la misma cuerda, para evitar problemas, abandonos y que intentemos entre todos, confío en mis compañeros, elevar el nivel educativo de Balears, ya que ahora, desgraciadamente, no está en el lugar que le corresponde".
Discrepancias
Julián Hernández no quiso ayer entrar a valorar la actuación de terceras personas. Ni si quiera quiso opinar sobre si Joana Maria Camps debería haber estado en la delegación para recibir a los docentes. Se limitó a decir que los manifestantes "esperaban la presencia de otra persona".
"La situación no ha sido fácil, ha sido un día durillo, durillo, he tenido que comunicar a compañeros el inicio de un expediente por no cumplir la normativa marcada por el secretario autonómico", afirmó. Sobre los expedientes abiertos a los tres directores de institutos, Hernández declaró que "no se me ha pedido la opinión por el secretario autonómico, tal vez sea legal, soy maestro no abogado, no sé qué pasará ahora", pero sí aseguró que "había hecho gestiones para que no se llegara a este punto".
Sobre el Decreto de Tratamiento Integral de Lenguas, Julián Hernández cree que "es un buen proyecto, será un buen proyecto como lo fue el del catalán, pero de comenzar ciclo por ciclo a querer implantarlo todo en tres años..., no podemos ir acelerados, esto no es una fábrica de muebles, jugamos con la vida de alumnos".