No todos los recién titulados pueden decir hoy día que al poco tiempo de acabar sus estudios encuentran un empleo. Los 'teleco' sí. Pertenecen a esa afortunada minoría. A pesar de ello, el interés por avanzar en su profesión y en el dominio del inglés, impulsó a Ignasi Tudurí, ingeniero de Telecomunicaciones por la Universitat Pompeu Fabra, a instalarse durante un tiempo en Londres. Y desde allí planifica su futuro, que pasa por «buscar buenos compañeros e intentar montar una empresa por mi cuenta».
Muchos jóvenes eligen Londres como primera opción para conocer mundo y aprender el idioma, ¿fue ese su caso?
- Cuando acabé la carrera me ofrecieron la posibilidad de continuar en la empresa en la que trabajaba de becario a tiempo completo, pero ya llevaba meses con la idea de salir de España en busca de mejores oportunidades, ya que el tipo de trabajo que realizaba no me gustaba demasiado. Además, actualmente en Europa, Londres es una de las ciudades con más innovación e inversión en empresas tecnológicas, junto con Dublín, Estocolmo y Berlín... Así que decidí tantear mis posibilidades.
Entonces, podía trabajar en Barcelona pero prefirió probar suerte en el extranjero...
- Sí, durante dos años estuve compaginando los estudios con las prácticas en varias empresas, como programador. La situación de los licenciados en Telecomunicaciones e Informática en España, a diferencia de otras carreras, es bastante buena. A los dos meses de terminar, casi todos están trabajando a tiempo completo. Aún así, con la crisis las empresas aprovechan para captar talento pagando unos salarios bastante bajos, y los puestos vacantes suelen ofrecer pocas oportunidades de aprender y avanzar en tu carrera.
¿Estar mal pagados es lo que motiva que titulados del sector tecnológico decidan emigrar?
- De mi generación, actualmente de unos treinta licenciados hemos salidos dos o tres, aunque muchos otros se lo han planteado en algún momento. La verdad es que, al encontrar trabajo, aunque sea precario, muchos deciden quedarse, ya que es la opción más cómoda. En nuestro caso por suerte podemos elegir; hay gente que no tiene más remedio que emigrar si quiere encontrar empleo.
¿Está a gusto en Londres?
- Sí, es una ciudad genial para vivir, puedes encontrar de todo y está muy bien comunicada, desde aquí si te gusta viajar, puedes hacerlo a buen precio. Lo mejor es su diversidad cultural y la amplia oferta de ocio. Lo peor es que es bastante cara y está todo muy lejos. Echo de menos poder ir a tomar una cerveza en bici, como hacía en Barcelona.
Los inicios siempre son complicados, una cultura diferente, la barrera del idioma y muchas horas de trabajo en la oficina. Como soy aficionado al baloncesto, encontré un equipo en el que jugar y conocer gente nueva. Mi sorpresa es que allí conocí a un chico de Girona y otro de Canarias. Otra cosa curiosa es que había gente de todos los países menos británicos, se ve que no son muy aficionados al baloncesto...
Y su trabajo, ¿cómo lo logró?
- Envié curriculums y a las pocas semanas recibí correos de los recruiters, gente que se dedica a buscar ofertas que se adaptan a tu perfil y luego le cobran un canon a la empresa, nunca a ti. Así que me consiguieron una entrevista con una startup que me pareció interesante. Me entrevistaron vía Skype, la conexión a internet era mala y la señal se entrecortaba; el que me entrevistó era de Manchester, con un acento peculiar, y mi nivel de inglés es bastante mediocre. Acabé aquella entrevista empapado en sudor y con una sensaciones bastante malas.
Pero le reclutaron...
- Sí, mi sorpresa fue mayúscula al saber que me habían contratado un mes a prueba. Ahora llevo cuatro meses y mi trabajo es, junto a otros programadores, desarrollar una plataforma online, basada en lo que los ingleses llaman self serve advertising platform, una web donde los usuarios pueden crear campañas y anuncios online y definir unas métricas sobre el segmento de usuarios a los que quieren que se muestren los anuncios.
¿Es un trabajo distinto al que haría en España?
- No, el trabajo es similar al que haría allí, la diferencia es que las empresas aquí cuentan con más presupuesto, mejor tecnología y más repercusión, con lo que hay más oportunidades de poder trabajar en empresas punteras del sector. Mi intención es quedarme como mínimo un par de años, perfeccionar mi inglés, aprender todo lo que pueda para, en un futuro, buscar buenos compañeros e intentar montar una empresa por mi cuenta.
¿Sería su primer intento como emprendedor?
- No. Durante la carrera ya me interesé por emprender e investigué sobre las startups. Creé un par de proyectos que lamentablemente no acabaron de funcionar pero me sirvieron para obtener conocimientos de programación muy buscados en el mercado y que no te enseñan en la universidad.
¿En qué consistían?
- El primero era un portal online enfocado a ayudar a los alumnos con dificultades para resolver problemas de matemáticas y física. La idea no era mala, pero no conseguí suficientes usuarios y actividad en la web, así que decidí cerrarla. El otro proyecto fue una aplicación móvil para Android e IOS utilizando un framework llamado Phonegap. Era básicamente un juego basado en tu ubicación, pero sinceramente, la aplicación era bastante mala y casi nadie se la descargó.
Aún así no se rinde...
- Creo que la clave en esto es la perseverancia, así que no pierdo las ganas de seguir haciendo cosas, y estoy siempre abierto a nuevas ideas y proyectos.
¿Cree que el trabajo de programador está mejor valorado en el Reino Unido que en España?
- En mi opinión en España faltan empresas tecnológicas que necesiten programadores y que creen puestos de trabajo de calidad. Aunque poco a poco van saliendo, no hay una cultura emprendedora demasiado arraigada, como en otros países.
Así que por ahora no piensa regresar a Menorca...
- No, ahora no me lo planteo, aunque me gustaría en un futuro. Suena a tópico pero echo de menos a la familia -aprovecho para agradecer el apoyo que siempre me han prestado mis padres-, y los amigos. También la calidad de vida y la cercanía de la gente... En Londres, como en todas las grandes ciudades, el ritmo de vida es muy alto y desgasta bastante psicológicamente. La tranquilidad que hay en Menorca es difícil de encontrar en otros sitios.