Los centros docentes públicos de la Isla empezaron ayer a aplicar la nueva Ley de Símbolos con criterios distintos y una misma sensación: las dudas sobre qué se puede y qué no se puede colgar en las paredes de las escuelas e institutos. Las instrucciones que recibieron los directores a finales de la semana pasada, que se reducen básicamente al borrador del decreto que está pendiente de alegaciones, no ha ayudado demasiado a clarificar cómo se debe aplicar la controvertida normativa.
En el CP Mare de Déu del Toro de Ciutadella sí tuvieron claro que tenían que quitar el lazo cuatribarrado que colgaba en su fachada. Es el aspecto más conocido de la ley y han actuado en consecuencia. Era de los pocos centros de la Isla, sino el único, que aún mantenía el lazo lingüístico. En el colegio de Ciutadella también han retirado algunas pancartas reivindicativas de fondo verde.
Las pancartas y carteles reivindicativos, que proliferaron en el apogeo de la huelga, han sido uno de los principales motivos de duda. En muchos centros los han retirado, de hecho hay directores que han eliminado todo tipo de cartelería, al extremo. En unos pocos, a media mañana estaban aún dudando, mientras que en algunos otros han optado por dejarlos hasta que les lleguen directrices más claras o alegando que están en las vallas exteriores y no en las fachadas del edificio. No son pocos los colegios e institutos que ya no tenían nada en sus exteriores desde hace algunas semanas.
«En recepción tenemos un mural que han hecho los alumnos, ¿lo dejamos? No lo sé». La incertidumbre es máxima entre los directores y esta frase, pronunciada ayer por uno de ellos, así lo demuestra. «Hemos dejado la cartelería porque creemos que la podemos tener, aunque la verdad es que todo son dudas», relatan en otra escuela de la Isla. Algunas han transmitido estas inquietudes a la Conselleria de Educación, pero de momento sin respuestas concretas. La limitación a los símbolos sonoros es también algo que nadie sabe interpretar con exactitud.
Un lamento compartido por los responsables de algunos centros docentes es que la responsabilidad ante una posible infracción recae de forma personal en el director, incluso con sanciones económicas. Explican, y transmiten, que la presión a la que se están viendo sometidos este curso es máxima. «A ver a quién voy a buscar cuando yo lo deje», dice uno. Varios directores reconocieron que no se habían ni leído la ley.