Los costes de explotación no son sostenibles y los mercados tradicionales se resisten a tratar al producto de forma que lo haga rentable. El sector pesquero de la Isla dedicado a la captura de la gamba roja necesita reorientar su modelo de negocio para mejorar su comercialización y optimizar la sostenibilidad de la actividad.
Así lo considera el oceanógrafo mallorquín Pere Oliver quien acaba de publicar un estudio sobre la realidad de la gamba roja en Menorca y las dificultades que planean sobre el sector.
La pesca de la aristeus antennatus se desarrolla en el talud continental de la Isla de Menorca, en concreto, entre los 300 y los 800 metros de profundidad. Actualmente siete embarcaciones de arrastre con base en Menorca (cuatro en Ciutadella y tres en Maó) explotan los caladeros de Fontanelles, Corea y Maó. Estas embarcaciones consiguen unos rendimientos de entre cinco y diez kilos de gamba por hora de arrastre, lo que resulta una captura de entre 30 y 70 kilos de gamba, teniendo en cuenta que pescan seis o siete horas diarias, los días en que las embarcaciones faenan en caladeros de gamba.
Pere Oliver retrocede cincuenta años, en el momento en que el oceanógrafo Miquel Oliver inició una campaña para el estudio del margen continental balear en Menorca y su explotación pesquera. El arrastrero La Rosario realizó cinco operaciones de arrastre al este de Maó. Y durante tres días se totalizaron 13 horas de arrastre entre 500 y 650 metros de profundidad. Se capturaron casi 1.000 kilos de gamba, con un rendimiento medio de 72 kilos la hora de gamba capturada.
Las capturas se han estabilizado, cincuenta años después, en un rendimiento «sostenible» en torno a los 10 kilos la hora. «Dos rendimientos separados por un abismo», resalta y añade que «el actual modelo de explotación del recurso debería mejorar» llevándolo a un rendimiento máximo sostenible de la pesquería. Oliver constata que la optimización está en el modelo de negocio que gira en torno a los costes de la actividad extractiva y a los beneficios obtenidos en la comercialización de la captura.
Los recursos se mantienen en un estado de explotación aceptable. No obstante, la sostenibilidad de la actividad depende de la disminución del consumo de combustible, ya sea con la reduccion del tiempo de actividad o de la potencia de los motores. Además, Oliver indica que los hábitos alimenticios de las nuevas generaciones dificultan su comercialización, con una política de precios condicionada por la crisis. Así, la búsqueda de nuevos mercados, quizás en segmentos de alto poder adquisitivo y en la restauración especializada, podría ser una estrategia a seguir.