Cada persona lleva consigo una historia y la de Miguel Ángel Galán, el hombre detrás de las iniciales fallecido el pasado domingo en Es Pouet, arrancó en Menorca mucho antes de su triste final. Este diario ha podido conocer parte de su trayectoria vital en la Isla, a la que llegó en 2009 procedente de Mallorca. Era un regreso, porque ya había residido con anterioridad durante cuatro años en tierras menorquinas, en las que no era un desconocido. Y prueba de ello son las numerosas reacciones que ha provocado su fallecimiento.
Pero donde más se le recuerda es en el recorrido habitual de aquellos que son víctimas de la exclusión o de situaciones complicadas: los servicios sociales. Sin embargo, y pese a haberle prestado ayuda, se dejó de saber de él. Miguel Ángel Galán desapareció años antes de morir en la cueva de Es Castell, donde parece que se refugió durante muchos meses sin que nadie se percatara de su existencia.
El suceso ha puesto nombre y apellidos al problema -también en Menorca-, de las personas que por diferentes circunstancias no tienen hogar. Viven sin techo, o en el caso de Miguel Ángel Galán, en una cueva de reducidas dimensiones, tal vez porque, como explicó a los trabajadores sociales, padecía agorafobia, un temor angustioso y patológico a los espacios abiertos. Eso le había creado problemas de convivencia para compartir una casa, aunque lo había intentado en alguna ocasión. No era la primera vez que se escondía en una cueva, pero sí fue la última.
GATUSA: Yo no conocía a esta Señor, vivo a cuarenta y cinco kilómetros de maó. No hace falta conocer la vida personal de las personas ni tampoco estar al corriente de sus intimidades para saber que es una dolencia mental. También se que este tipo de enfermedades o fobias son de las mas incomprendidas para las personas que viven al lado de quien las padece y si nadie apoya o ayuda a estos enfermos terminan hechos un piltrafa como le ha pasado a este Señor. Cuando hago el comentario pluralizo y no acuso a nadie en primera persona de la muerte de un enfermo, así pues nadie tiene que sentirse individualmente culpable ni dar explicaciones por una desgracia que se podría haber evitado. Este también será mi último comentario sobre este tema, pero no sin antes decirte que, yo pago impuestos para que el país y sus habitantes funcionen, para que mis vecinos no mueran en la indigencia, y para no consentir que personas enfermas tengan que morir en la más absoluta miseria, soledad, y abandono. Si has entendido mi letra comprenderás mi rabia.