El buen tiempo se asoma, y con él ya han llegado los primeros baños en las playas de Menorca. Como cada verano, la incertidumbre sobre si habrá, o no, medusas planea entre los bañistas. Y con motivo, porque un estudio reciente calcula que de las más de mil especies de medusas que se pueden encontrar en todo el mundo, en el Mar Mediterráneo existen hasta 300 tipos.
El informe recuerda que «en el Mediterráneo, el periodo de máxima abundancia se sitúa entre inicios de primavera hasta finales de verano», mientras que en el «resto del año hay menos individuos y la mayoría esperan en forma de pólipo en el fondo del mar o en forma de huevos».
El estudio, elaborado por el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, alerta de la proliferación de estos animales por las aguas mediterráneas y apunta las causas. Entre los motivos destacan los factores climatológicos, como el aumento de la radiación solar y el calentamiento del mar. También propicia una mayor presencia de medusas el aumento de la contaminación, así como la sobreexplotación de los recursos pesqueros y la utilización de técnicas de captura como palangres, ya que «afectan negativamente a los depredadores naturales de las medusas como son las tortugas, aves y diversos peces».
El informe del CSIC revela las medusas más comunes en la costa peninsular, en muchos casos coincidentes con las especies más frecuentes en Menorca. En este caso, y según información facilitada por el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), la especie más común en las costas de la Isla es la pelagia noctiluca, una medusa pequeña de color rosada, venenosa , debido a sus células urticantes. Otras especies que encontramos en aguas menorquinas son la conocida como huevo frito (cotylorhiza tuberculata), una medusa de entre 20 y 30 centímetros de diámetro de color castaño, y cuya acción urticante es escasa.
A ellas hay que sumarles la velella, con forma de lámina de color azul oscuro, y prácticamente inocua, y otras especies, aunque menos frecuentes, también presentes en Menorca como la rhizostoma pulmo, o de forma más aislada la porpita porpita o la chelophyes appendiculata, así como la carabela portuguesa (physalia physalis), una de las especies más peligrosas que se puede encontrar en el Mediterráneo.
Redomendaciones
En caso de picadura se recomienda en primer lugar salir inmediatamente del agua. Se aconseja no rascarse, ni fregar la zona afectada con nada, ni con toallas ni con arena. Lavar la herida con agua salada, nunca utilizar agua dulce, ya que puede aumentar la cantidad de veneno inyectado. Tampoco se debe utilizar vinagre, ni amoniaco. Si en la piel quedan restos de tentáculos visibles, hay que retirarlos con mucho cuidado y usar guantes o pinzas. Si la actuación es inmediata se pueden aplicar encima de la herida compresas calientes (a no más de 45 grados) para desnaturalizar el veneno, y luego usar compresas frías, que ayudarán a aliviar el dolor, evitando que el veneno se expanda más allá de la zona afectada.