Una embarcación del Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria realizó durante el pasado puente festivo tareas de control en el puerto de Maó. El barco, uno de los patrulleros destinados a inspeccionar las aguas de Balears pero sin base en Menorca, atracó el viernes en la Estación Naval y abandonó las instalaciones de la Armada ayer lunes después de tres días de una intensa actividad en aguas portuarias.
Los agentes aduaneros inquirían y examinaban la documentación de los barcos de recreo que entraban y salían de la rada en un fin de semana de agosto con más tráfico del habitual y lleno en los pantalanes; el Servicio también se dirigió a los yates amarrados para realizar una labor inspectora que, si bien desde las fuentes oficiales de la Agencia Tributaria en Madrid calificaron ayer de rutinaria y habitual, no lo es tanto para los usuarios del puerto.
Al no tener base marítima en Maó (el Servicio cuenta con bases en Eivissa y Palma) la presencia del patrullero en el puerto menorquín no es algo que se considere normal, y menos cuando es la primera vez en años que algunos usuarios de barcos y amarres del puerto lo han visto en acción.
«No parecía una petición rutinaria de papeles, como las que hace la Guardia Civil del Mar, porque uno de los agentes saltó dentro de un llaüt grande y lo hicieron parar a la vista de todo el mundo», comentó ayer un testigo del dispositivo de vigilancia. Lo habitual, explicó, es que las patrullas ni se acerquen al barco que paran, si no que demandan la documentación y los tripulantes se la hacen llegar con un salabre sin que los agentes salten a bordo.
El Servicio de Vigilancia Aduanera está especializado en la persecución del contrabando, el blanqueo de capitales y el fraude fiscal, y los medios marítimos con los que cuentan también permiten controlar y abordar a embarcaciones sospechosas de traficar con drogas.