La suerte del Sorteo Extraordinario de Navidad no ha pasado de largo por Menorca. Y aunque solo haya sido un guiño, la ilusión ha vuelto a sonreír. Una familia de Ciutadella se ha hecho con 251.100 euros. Uno de los miembros compró en Catalunya cinco décimos del número 7.637, que ayer fue agraciado con el tercer premio del sorteo. Los cinco décimos están muy repartidos entre los miembros de esta familia de Ponent que prefiere permanecer en el anonimato. Ayer aseguraban estar muy satisfechos por el pellizco, que va a servir para «tapar agujeros», además de permitir «algún capricho». Cada décimo de este número ha sido agraciado con 50.220 euros.
Este no ha sido el único guiño a la suerte que ha recibido la Isla. Y es que la Administración de Lotería número 4 de Maó, que regenta Ignacio Simó, vendió a través del terminal un décimo del cuarto premio. El agraciado con el número 7.617 se ha llevado 20.120 euros.
Esta administración de Lotería sigue con la suerte del novato. El empleado Miquel Carreras se ha convertido, sin duda alguna, en el talismán de la ilusión. Lleva seis meses en la oficina de la calle Rovellada de Dalt y además de este premio del sorteo del 'Gordo' ha entregado cerca de un millón de euros con tres premios de La Primitiva (862.252 euros) y la Bonoloto (48.009 euros y 36.399 euros). Además, el día 29 Carreras toma el timón de la Administración. Simó se va satisfecho de su último sorteo de Navidad y Carreras lo vive con la ilusión de mantener la buena racha. Ayer por la tarde, el único agraciado por el boleto despachado en Maó no se había dado a conocer y Carreras dudaba de poder conocer su identidad.
Por otra parte, los propietarios del Bar 2.0 de Maó también se hicieron con un pellizco. Compraron en el estanco de la calle Josep Anselm Clavé, y a través de terminal, el número 74.012 que coincide con el quinto premio del sorteo, agraciado con 6.000 euros. Pedro Vidal, su mujer Josefa Ubete y su hijo Pedro brindaron con champán, no obstante, su alegría no era plena. Tal como señalaban, su gran ilusión era que el número premiado fuera el repartido en el bar. Vendieron 160 décimos con los que «habríamos ayudado a mucha gente que lo necesita del barrio». Por ello, Vidal no dudaba en asegurar que «cambiaría ahora mismo mi satisfacción por la de mis clientes».
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