El sector lácteo ha perdido un tercio de sus explotaciones en los últimos diez años. El número de fincas inscritas en el Libro Genealógico ha caído drásticamente en la última década pasando de las 213 ganaderías registradas en el 2004 a las 136 del ejercicio pasado, según informa la Asociación Frisona Balear.
La realidad que padece el sector agrario menorquín dibuja un futuro incierto y sin síntomas de recuperación. Aunque las cifras no han parado de disminuir, en cada uno de los últimos años las bajas registradas se han suavizado. El ejercicio pasado fueron cuatro las ganaderías que dejaron la actividad frente a las 34 del 2005.
El secretario de la Asociación Frisona Balear, José Ramón De Olives, explica que la pérdida de pulso del campo empezó en el momento en que otros sectores productivos ofrecían mejores resultados económicos, tales como la construcción. No obstante, con la llegada de la crisis y el retroceso de aquellos sectores que generaban riqueza, el campo ha logrado mitigar su descenso, aunque no paralizarlo ni remontar. De Olives especifica que la reducción del número de fincas no se traduce en una pérdida de la actividad agropecuaria puesto que los terrenos suelen incorporarse a explotaciones en activo contiguas. La Asociación también ha detectado que en algún caso (una minoría), se han dado de baja del Libro Genealógico y control lechero, aunque sigan activas, con el fin de reducir costes.