Los ayuntamientos no pagan por tener en sus municipios playas con bandera azul, aunque obtener el reconocimiento implica gastos de infraestructura para adaptar las playas a los requisitos exigidos. Llorenç Carretero, teniente de alcalde de Turismo y exalcalde de Sant Lluís, señala que dinero no se ha dado nunca, «ahora bien, tener las playas a punto cumpliendo las exigencias y los parámetros que valoran para esta calificación supone algunas inversiones», explica. No es extraño que algunas playas pierdan la bandera azul porque han perdido calidad en alguno de esos puntos que valoran, como ocurrió hace unos años en Punta Prima.
Apoyo
Carretero recuerda que la bandera azul cuenta con el apoyo ciudadano, según se puso de manifiesto en el consejo sectorial de turismo y urbanizaciones de su municipio. «Asistieron 30 de las 60 entidades invitadas, relacionadas todas con la actividad turística, lo planteé y hubo unanimidad en apoyar esta iniciativa», informa.
La bandera azul califica las playas urbanas en función de las prestaciones y servicios que ofrece, «los inspectores de la Aedac realizan la valoración y mantienen después el control sobre el cumplimiento de los requisitos», precisa Carretero.