El proceso de debate que inicia el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Maó para buscar un acuerdo que permita reducir con máximo consenso los horarios de los establecimientos de ocio nocturno, como parte de las medidas para facilitar la convivencia vecinal, empieza mal. Tanto el PP como Ciudadanos de Menorca mostraron en el pleno de este jueves, donde se aprobaron las nuevas ordenanzas de forma inicial, su firme oposición a la limitación horaria al entender que perjudica la actividad empresarial en la ciudad.
Salvador Botella (PP) aseguró que este tipo de medidas suponen expulsar la actividad de ocio nocturno del municipio, «queremos una ciudad de descanso para los vecinos pero con actividad económica». Vaticinó que con estas medidas volverá «el éxodo de jóvenes a Ciutadella, con la posibilidad de accidentes, ¿y quién carga con esto?». Es más, Botella definió como «una extorsión» el proceso de debate que dice querer abrir el equipo de gobierno en este tema, ya que fuerza al empresario a hacer concesiones, «al mal menor».
Botella reconoció a PSOE y Ara Maó buena voluntad, pero explicó que el tema de la convivencia con los vecinos es demasiado complejo como para resolverlo con dos ordenanzas. «Pagarán justos por pecadores, las actividades tienen que convivir, no se tienen que eliminar». Botella apeló a la libertad que tiene cada uno de divertirse a la hora que quiera.
Andrés Spitzer (CMe) fue menos vehemente y más escueto, pero igual de contundente. «Con estas medidas se menoscaba el plan de negocio de las empresas, se altera su competitividad, se genera inseguridad jurídica y se frena la inversión». Acusó al equipo de gobierno de «echar balones fuera» al proponer trasladar los puntos de marcha a otros lugares como el puerto. «la solución no es recortar las libertades».
Vicenç Tur, teniente de alcaldía, insistió en que el tema está en fase de debate inicial, y que su voluntad es alcanzar acuerdos con todas las partes implicadas. «No podemos mirar hacia otro lado». Tur defendió que actúa en base a denuncias vecinales, que no va en contra de nadie y tras comprobar que el incremento de las medidas de seguridad en el entorno de determinados locales, con policías y seguridad privada, no ha solucionado el problema. Abogó por una normativa flexible, donde las limitaciones horarias no tengan solo en cuenta la licencia de actividad del negocio, sino también su ubicación y los decibelios que emita. «Hay muchas discusiones abiertas». Eso seguro.