El origen del proceso de modificación de la ordenanza de horarios de establecimientos de ocio nocturno, iniciado por el Ayuntamiento de Maó, se sitúa en la calle Borja Moll, en concreto la madrugada de viernes y sábados. «Empieza a las cuatro y acaba a las siete», relata Saturnino Alcoberro, vecino afectado. presidente de la comunidad de un edificio muy próximo a las dos discotecas, y de los que lleva reivindicando una solución desde hace varios años.
El desorden y los episodios de incivismo que se producen en los exteriores de los dos locales de ocio nocturno de la zona han generado entre 2015 y lo que llevamos de este año 75 quejas o requerimientos ante la Policía Local, por los que se ha actuado o abierto expedientes. La mayoría, 33, son por agresiones o peleas, el resto por ruido (19), orinar en la calle (10) o vandalismo (3). Además, la Policía Local ha interpuesto 30 denuncias administrativas, 21 por orinar en la calle y nueve por consumo de alcohol en la vía pública.
Para los vecinos, este resumen estadístico se queda muy corto. Relatan escenas agresivas, vandálicas, escatológicas y pornográficas, incluso cuando ya ha salido el sol, además de los gritos y conversaciones muy subidas de tono, aderazado todo esto con mucha suciedad que obliga a que dos camiones de limpieza actúen en la zona cada domingo por la mañana. «Con doble cristal en la habitación y la persiana bajada, no puedo dormir». Y como Alcoberro, dice, las calles cercanas. «Dos discotecas están amargando a todo un barrio, mis nietos no pueden venir a dormir los viernes y sábados».