Un ganadero particular se hará cargo del hatajo de cabras silvestres que campa por el entorno de la urbanización de S'Algar. Para esa solución ha sido preciso que, en primer lugar, el Ayuntamiento de Sant Lluís haya decidido hacerse cargo de los gastos burocráticos que implica dar de alta las reses y la tramitación de la guía sanitaria, lo que supone entre 10 y 15 euros por cabeza, informa el concejal de Medio Ambiente, Llorenç Carretero.
El primer voluntario que apareció para quedarse con las cabras desistió cuando supo que el favor le costaría dinero.
La otra condición es lograr el control del pequeño rebaño, tarea que de momento va por buen camino. En un corral de la zona se les da alimento y agua, de forma que se ha creado una rutina en el rebaño de acudir a ese lugar. Allí serán encerradas mediante unas barreras preparadas al efecto, «aunque es posible que necesitemos más de un intento», reconoce Carretero.
El inspector municipal de medio ambiente es el encargado de la alimentación y del seguimiento del hatajo, que de momento no ha causado más problemas que el daño en el sembrado de una finca próxima y la aparición de una cabra muerta en el acantilado de Rafalet, uno de sus hábitats preferidos.
Cabras en el parlament
Hace medio año eran 14 y el rebaño lo forman ya una veintena de ejemplares de todas las edades. Se consideran un problema, que motivó muna pregunta en el Parlament de la diputada menorquina Margaret Mercadal al conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal.
El Govern apela a la ley 1/1992 de 8 de abril, de protección de los animales que viven en el entorno humano, y traslada la responsabilidad al ayuntamiento. Dice que estas cabras «deberían ser consideradas animales domésticos de producción vagabundos, perdidos o como animales domésticos abandonados por su propietario, por lo que el ayuntamiento es responsable de su recogida, acogida, cesión o sacrificio.