Ferreries tiene un nuevo argumento para defender que los lodos contaminantes procedentes de la antigua depuradora del municipio se envíen fuera de la Isla y no se entierren bajo tierra, tal y como pretende el Govern.
Los cálculos con los que se ha trabajado los últimos años indicaban que se habían acumulado casi 9.000 toneladas de fangos tóxicos, lo que hacía inviable su traslado a la Península por su elevado coste. Ahora, algunos técnicos apuntan que el volumen de los lodos se podría reducir hasta un 90 por ciento si se dejan secar en las dos lagunas en los que se concentran.
La puesta en marcha en fase de pruebas de la nueva depuradora del municipio, que el próximo miércoles será inaugurada oficialmente por el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal, ha servido para que las lagunas dejen de recibir agua y, por tanto, empiecen a secarse poco a poco.
Este nuevo escenario hace que la corporación municipal al completo se mantenga firme en su postura de preferir exportar los residuos a una planta para que sean tratados, en lugar de enterrarlos en un sarcófago de hormigón que los deje sellados para evitar filtraciones y la consiguiente contaminación del subsuelo. El propio alcalde, Josep Carreres, afirma que «nuestra primera opción es enviar fuera». No obstante, antes de la inauguración oficial de la nueva planta está previsto un encuentro entre ambas partes para que el Govern ofrezca todas las explicaciones y detalles del proyecto que pretende soterrar los lodos. De hecho, ayer se cumplió un año de la adjudicación de la redacción del proyecto, que acumula ya cinco meses de retraso.