Tras seis años consecutivos de caídas, Menorca ha cerrado 2015 con un aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, un repunte muy cercano al seis por ciento que sitúa las emanaciones provenientes de la quema de gases y combustibles y de la generación de electricidad en las 628.028 toneladas, lo que supone un incremento del 58,9 por ciento en relación al año 1990, el año base de los objetivos para 2020 del llamado protocolo de Kioto, de los que Menorca –que no debería superar el límite del 50 por ciento de incremento– se está alejando.
Son las principales conclusiones del informe sobre emisiones directas de CO2 publicado por el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), que también permite conocer el origen de esas emisiones perjudiciales para el medio ambiente. La gran mayoría de las emanaciones de los llamados gases de efecto invernadero en Menorca se corresponde con la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles (378.810 toneladas), que representan el 60 por ciento del total.
A mucha distancia, con el 21 por ciento total de emisiones directas (205.038 toneladas), se sitúan las procedentes de la quema de combustibles por parte de los automóviles, mientras que el nueve por ciento corresponde al combustible procedente de la aviación, el siete por ciento, a la quema de butano y gasoil para calefacción, y el dos por ciento responden a las emisiones procedentes de los combustibles utilizados en el sector primario, el campo.
Los motivos
El aumento de emisiones vivido durante 2015 rompe una tendencia a la baja que arrancó el año 2009 y que desde el Obsam atribuyen únicamente a la crisis económica y al descenso de actividad y consumo que comportó. Esos años de caída hicieron que Menorca lograra ese objetivo de no superar el 50 por ciento de incremento en relación a 2009, no obstante, desde el Obsam dejan claro que ese cumplimiento con el objetivo de emisiones en 2020 se produjo «sin llevar a cabo políticas activas en este campo», sino por un triple motivo: el gran aumento de las emisiones hasta 2005, la flexibilidad de Europa con los países menos ricos y los efectos de la crisis económica.
Analizando retrospectivamente los datos recabados por el Obsam se puede observar como el nivel de emisiones registrado en 2015, aunque supone un paso atrás en los objetivos, todavía está lejos de los años récord en este capítulo, que fueron 2006 y 2008, con 723.445 y 737.066 toneladas respectivamente. Entonces el porcentaje de incremento sobre 1990 se situaba en un preocupante 83 por ciento. El temor es que la suma de mayor crecimiento económico y falta de medidas correctoras vuelva a disparar las emisiones.