En apenas tres horas de diferencia llegan a «Es Diari» dos quejas de vecinos de la zona de Cases de s'Ateneu, en Maó, por las obras de reforma que ejecuta allí el Consell. No son las primeras. Una por la situación de los residentes en la Plaça Verge del Toro, que desde hace unos días solo pueden acceder a sus casas andando por un caminito de tierra, estrecho, irregular. En coche es imposible, «¿y si tiene que venir una ambulancia?» Otra de un empresario de distribución de alimentos con almacén en el Camí d'en Figuereta, al que se accede por este tramo. En plena temporada alta es inaccesible. No puede cargar y descargar su furgoneta en condiciones. Debe dejarla a varios metros . Está desesperado. «Perjudica al negocio».
¿Es un malestar general en la calle? No es unánime, pero en apenas una hora, uno de ellos moviliza a una veintena larga de vecinos. Cada uno pone el foco en un aspecto distinto. El denominador común son unas obras que les ocasionan, además de las lógicas molestias, problemas de movilidad, daños en sus propiedades y, en algunos casos, mosqueo por lo que entienden es un trabajo poco eficiente, «han levantado cinco veces el suelo en el mismo punto», «nunca acaban nada», «hay poca gente».
Las obras en este primer tramo de la calle comenzaron el 20 de febrero y la previsión, aseguran, era de tres meses. Llevan cuatro largos. Ahora se están colocando el pavimento, mientras las máquinas que levantan el suelo han pasado ya al segundo tramo. «Primero que acaben esto, ¿no?»
Cada uno ha expresado sus quejas a personas y de formas distintas. A la empresa. Al Ayuntamiento de Maó. Al Consell. De hecho, desde hace un tiempo las partes implicadas se reúnen cada dos martes con un representante de los vecinos para analizar el devenir de las obras. «Dicen que sí a todo, pero luego no hacen nada».
Los garajes son inaccesibles. Ahora, los coches solo pueden entrar en la calle cuando no hay obreros y de forma precaria. Algunas semanas, ni eso. «No veas para subir la compra». El acceso andando obliga a ir con tiento. Las personas con movilidad reducida lo tienen peor. Cada vecino indignado relata un desperfecto en su casa. Un clavo en el portal. Un trozo de mármol desaparecido. Un muro con grietas. Otro que amenazaba caer. «Trabajan como si aquí no viviera nadie». Tampoco tienen servicio de recogida de basuras, «y ahora nos vendrá el IBI, como a todos». Y la factura del vado.
La asociación de vecinos del barrio se comprometió este jueves a recoger las quejas y los desperfectos para trasladarlos a la administración local. La medida se agradece entre los vecinos pero apenas reduce el escepticismo.