La mayoría regresaban de un periodo de vacaciones que acabó en enfado y en, al menos, un día extra en Barcelona. Trece pasajeros de un vuelo de la compañía de Vueling de ayer por la tarde se quedaron sin poder regresar a Menorca a causa de una nueva situación de overbooking, con la peculiaridad de que no había plazas disponibles en el mismo trayecto, en el que solo opera esta compañía durante los meses de invierno, hasta última hora de hoy. Es decir, más de un día en tierra. Además, según denuncian varios afectados, solo había en este vuelo diez vacantes, por lo que alguno deberá esperar algún tiempo más en tierras catalanas.
Siempre según el relato de algunos de los pasajeros afectados, su mayor motivo de indignación fue que en la mesa de facturación se les avisó de la situación de overbooking pero se les conminó, por sus circunstancias personales (un bebé), a sacar la tarjeta y dirigirse a la terminal de embarque donde serían debidamente recolocados en los asientos destinados a este tipo de pasaje. No obstante, las colas y el volumen de trabajo acumulado en los distintos controles fue tal que cuando llegaron al acceso al embarque se les advirtió de que llegaban a menos de veinte minutos de la hora prevista de salida del vuelo. Así, en virtud de las condiciones del contrato de compra, perdían el vuelo, el billete y el derecho a ser resarcidos de lo que supone una situación de overbooking, es decir, una indemnización y una alternativa para pernoctar.
Ante tal circunstancia, los pasajeros quedaron sin derechos y compensaciones. «Es una estrategia de Vueling para ahorrarse las indemnizaciones, esta muy bien pensada, pero es una vergüenza que se produzca esta situación», denuncia una pasajera.
Explica que llegó al Aeropuerto de El Prat de Barcelona una hora y media antes de la salida del vuelo, entiende que suficiente antelación, sin opción de facturar por internet por el condicionante del menor a su cargo. A pesar de ello, la magnitud de las colas en cada uno de los trámites provocó que incumpliera esta exigencia de estar en la puerta de embarque veinte minutos antes de la salida del vuelo, que les dejó en tierra y cabreados.