La reforma que propone Meliá Hotels International para el hotel Milanos-Pingüinos de Son Bou implica dejar atrás el modelo de ‘todo incluido', una oferta a la que en el global del año pasado se acogieron el 56,5 por ciento de los clientes. ¿Qué supone para el destino que el hotel más grande de Menorca abandone el ‘todo incluido'? Es la pregunta a la que desde Meliá Hotels International intentaron responder ayer, con un cálculo económico del gasto que los clientes tenían incluido en el precio.
El efecto en el destino de eliminar ese régimen de alojamiento se traduce, siempre según los datos estimativos de la propia compañía, en unas 70.000 cenas anuales que dejarán de contratarse en el establecimiento, 80.000 almuerzos, 90.000 paquetes de bebidas que dejarán de ser contratados y un total de 170.000 estancias anuales, las que registró el pasado año el hotel, que tendrán un mayor poder adquisitivo, teniendo en cuenta que en la primera fase está previsto que el hotel pase a ser de cuatro estrellas superior y que, si se llevara a cabo la segunda fase, parte del hotel alcanzaría una categoría de cinco estrellas.
Con esa previsión, Meliá calcula que en comercio y actividades de ocio, teniendo en cuenta que los clientes estarán menos tiempo en el hotel, el efecto económico –son cálculos prudentes, según afirman– estará entre los 1,5 y los 2,5 millones de euros, mientras que en consumo de alimentos y bebidas el impacto será de entre dos y tres millones de euros. El efecto total se movería entre los 3,5 y los cinco millones de euros, una estimación que redondean a cuatro millones de euros. Eso da una idea del impacto económico del ‘todo incluido' en la oferta complementaria de un destino y de una zona como Son Bou, donde este hotel aglutina el 67 por ciento de las plazas.