El centenar de cruceros que el año pasado recalaron en el puerto de Maó realizaron un consumo de algo más de un millón de litros de agua, lo que supone que cada uno de los 101.910 pasajeros de buques turísticos consumió una media de solo diez litros de agua, una cifra que contrasta con los valores recogidos por la Autoridad Portuaria de Balears (APB) en el resto de puertos de su responsabilidad.
En el puerto de Palma, las navieras de cruceros se abastecieron el año pasado de 163.226 toneladas de agua y el consumo por crucerista se elevó hasta los 80 litros, por lo que el consumo de este bien escaso que lleva a cabo un crucero medio en el puerto de Maó es ocho veces inferior que en el de Palma. En el puerto de Eivissa el consumo por pasajero es todavía mayor y se alza hasta los 89 litros.
Los datos avanzados por la APB sitúan el puerto de Maó como la rada de gestión estatal que menos agua tiene que aportar a los cruceros. Detrás de las grandes diferencias en la ratio de consumo por pasajero que hay entre Maó y el resto de puertos se halla una medida acordada entre el Ayuntamiento y la APB que se puso en marcha en septiembre del año 2017, la restricción del suministro de agua para los buques turísticos. El objetivo era reducir aproximadamente un 40 por ciento el consumo de agua de los cruceros, que aprovechan la estancia en los puertos para abastecerse. Y a la vista de las cifras de la APB parece que ha surtido efecto. De hecho el ente portuario ya había aplicado con anterioridad restricciones en ese sentido, solo permitiendo el suministro imprescindible, consciente de los problemas que arrastran territorios como Menorca de sobreexplotación de los acuíferos.