El accidente ocurrido el pasado domingo en Sant Climent, en el que resultaron heridas dos personas, una de ellas de gravedad, ha traído de nuevo al primer plano informativo la seguridad en las fiestas patronales. El alcalde de Maó, Héctor Pons, dedicó ayer unas primeras declaraciones de apoyo y deseos de recuperación a la mujer que recibió una coz en la cara, causándole un traumatismo facial severo, así como a sus familiares.
Pons anunció además que «valoraremos todos los factores que hayan podido influir» en este suceso –que ocurrió no en la plaza del jaleo sino en una de las concurridas vías de los alrededores, la calle Sant Jaume–, pero al mismo tiempo defendió que no existe un problema de seguridad en las fiestas, sino un «riesgo intrínseco» a las mismas, sobre todo teniendo en cuenta la presencia de animales, en este caso los caballos.
El alcalde insistió en que el plan de seguridad es el mismo para todo el término municipal, esto es, para las fiestas de Maó y las de sus núcleos, Llucmaçanes y Sant Climent, y afirmó que «las fiestas son seguras, cada vez se ha ido mejorando el dispositivo, todo lo previsible y controlable funciona», como la señalización de las zonas de mayor peligro, el control del flujo de asistentes y el cumplimiento de las normas fijadas en los protocolos, que por ejemplo establecen una edad mínima de 12 años para los cavallers. Las reacciones de los equinos entre la multitud, pese al control que ejercen sobre ellos los jinetes y a su nobleza de carácter, entran dentro de ese riesgo inherente que mencionó el alcalde, quien no avanzó si a raíz del accidente habrá cambios en el funcionamiento de los festejos.