El mes de agosto está, de forma inevitable, ligado a la densidad de tráfico en el camino de acceso a las playas vírgenes de sur de Ciutadella, con o sin el bus de Macarella.
Después de un mes de julio en el que de media unos 700 vehículos diarios estaban obligados a dar media vuelta en el cruce de Sant Joan de Missa (donde se ubica el único cambio de sentido posible) sin poder acceder a Cala en Turqueta o Son Saura, el mes de agosto recupera las cifras que se registraban cuando todavía existía la posibilidad de aparcar, también, en Cala Macarella.
Hasta un millar de coches al día intentan estas últimas semanas llegar sin éxito a los parkings de estas playas, aunque las 120 plazas disponibles en Cala en Turqueta están cubiertas desde antes de las ocho de la mañana. Que se agoten las otras 200 existentes en Son Saura pasadas las ocho también es cuestión de minutos. El verano de 2017, cuando todavía no había entrado en funcionamiento la línea entre Ciutadella y Macarella, la cantidad también era de mil.
Así, a la vez que esta línea de autobús se va haciendo popular (ayer a las 11 apenas quedaban unos pocos billetes disponibles), Cala en Turqueta y Son Saura siguen siendo un gran reclamo turístico que lleva a los visitantes a intentar el acceso a pesar de los paneles situados en la rotonda hacia el Camí de Sant Joan de Missa (y en él), que durante todo el día, hasta, como mínimo, las siete de la tarde, permanecen de color rojo.
Madrugar es la única opción que tienen los conductores de encontrarlos en verde, incluso para los de motocicleta, cuyas plazas también llegan agostarse desde las primeras horas de la mañana, sobre todo, en Cala en Turqueta. Se permite la entrada de unas 80 motos diarias y luego también se les obliga a dar media vuelta. «Hay espacio para unas 65. Colocamos como podemos unas 15, pero más ya no», concretan los trabajadores que se sitúan en el cruce de Sant Joan de Missa.
Jornadas complicadas
Las jornadas más complicadas de agosto se registraron el pasado fin de semana, coincidiendo con el final de la segunda quincena de este mes. La saturación de coches en el camino, que superaron el millar, obligó a actuar a la Guardia Civil, que impidió la entrada de vehículos durante las mañanas del jueves (festivo) y del sábado y domingo. «Evitaron la entrada de más coches en el camino hasta que se redujo la presión de coches. Solo entraban residentes y autobuses», indican desde el servicio de filtro de los aparcamientos.
Otro punto conflictivo durante estas fechas fue La Vall, donde además de desviar una gran cantidad de vehículos, los coches mal aparcados en el camino antes de llegar a los aparcamientos (que suman unas 200 plazas) hicieron complicada la circulación. «Eso no nos pasó en las playas del sur ya que no hay margen para dejar el coche mal estacionado. Es demasiado estrecho», comparan los informadores.
En estos accesos, todavía esperan una última semana de mucha actividad y después esperan una ligera bajada. «Aún así, también esperamos un septiembre fuerte», añaden.
En Binimel·là, que cuenta con un parking de 300 plazas, no ha habido necesidad de desviar coches. «Allí ayudamos a ordenar los coches, dos horas», concretan mientras repasan la situación de los cuatro aparcamientos que controla la Fundación para Personas con Discapacidad.