Optimizar la gestión de los recursos hídricos sigue siendo una tarea pendiente para algunos municipios de Menorca, cuyas redes de suministro siguen sufriendo pérdidas por encima de los valores óptimos establecidos por el Govern.
Según los datos publicados recientemente por la Dirección General de Recursos Hídricos, correspondientes al año anterior, la mitad de ellos supera, en estos momentos, el límite del 25 por ciento que exige el Plan Hidrológico de Balears para 2021.
Es Migjorn Gran, a pesar de haber reducido sus pérdidas respecto al 2017, sigue registrando el mayor porcentaje de fugas en la red (31,9 por ciento) y desde que empezó el ciclo vigente (2015-2021) sus resultados han empeorado casi cuatro puntos.
Ferreries, se mantiene estable desde hace una década con un porcentaje de pérdidas del 29,6 por ciento. Ocupa el segundo puesto en el ranking seguido de Es Mercadal que, aunque en su caso ha conseguido reducir sus fugas hasta un 12 por ciento desde 2015, sus niveles se han estabilizado los últimos dos años en el 27,2 por ciento.
Aunque se acerca, Ciutadella (26 por ciento) tampoco ha conseguido, de momento, situar sus fugas por debajo del 25 por ciento, una cifra que, sin embargo, sí consiguió rebajar en 2017 (24,5 por ciento).
En cambio, según los datos de 2018, el rendimiento de las redes de suministro de Es Castell, Alaior, Maó y Sant Lluís es bueno. Los cuatro municipios sufren pérdidas por debajo del 25 por ciento y, además, unos cuantos puntos por debajo. Eso sí, para el próximo ciclo (2021-2027) el Govern pedirá que las fugas se reduzcan al 17 por ciento y, ahora mismo, solo se adaptarían a esta condición Maó y Sant Lluís.
Camino por recorrer
En número globales, la directora general de Recursos Hídricos, Joana Maria Garau, aporta que en Menorca las fugas se han reducido en un 3 por ciento desde 2015. Aún así, durante 2018 se han perdido más de dos millones y medio de metros cúbicos de agua, una cifra que continúa siendo elevada. «Es un problema que debe solventarse», asegura Garau, aunque reconoce que mejorar el estado de la red es un proceso «complicado y costoso». «En general se está trabajando en ello, pero todavía falta ver resultados», resume Garau y recuerda la importancia de conocer el estado de salud de la red para poder actuar en consecuencia.