Entre el caos y la precariedad. Así definen las asociaciones de familiares de personas con un problema de salud mental y del trastorno del espectro autista la cartera actual de servicios de que disponen en Menorca. En la Isla están diagnosticadas 15.000 personas, 400 de ellas graves. Y en el Hospital Mateu Orfila solo hay nueve camas en la Unidad de Hospitalización para Adultos. «No dan abasto», asegura la presidenta de la Asociación de Familiares de Enfermos Mentales (AFEM), Lina Salord. Y es que, a estos 15.000 casos ya diagnosticados, hay que sumar una prevalencia del 20 por ciento, según la OMS, que se traduce en que una de cada cuatro personas puede sufrir un trastorno.
A ello hay que añadir que la unidad de día de adultos del Hospital, que debería funcionar de puente entre una hospitalización y la reincorporación a la sociedad, «no funciona». Y tras el ingreso hospitalario «te mandan a casa» porque la unidad se satura. Salord reflexiona que una persona que ha sufrido un brote psicótico, por ejemplo, no se la puede ‘soltar' tras un ingreso hospitalario, necesita un proceso de adaptación antes de retomar su vida.
Asimismo, ante un trastorno de conducta alimentaria es necesario desplazarse a Mallorca para un ingreso. Tampoco existe unidad de psiquiatría infanto-juvenil. Entre otras carencias.
La presidenta de la asociación de personas afectadas por Trastorno del Espectro Autista (TEA Menorca), Mónica Llera, agrega a ello que la unidad de profesionales se centra en valoración, diagnóstico y seguimiento de los casos, pero sin avanzar hacia el ámbito terapéutico o de la intervención, por lo que «hay que acudir a un centro privado» cuando se hace necesario recibir terapia con cierta regularidad.
El Govern elaboró un Plan Estratégico de Salud Mental 2016-2022 cuyas directrices «son fantásticas» si en realidad pudieran aplicarse. No obstante, las dos asociaciones coinciden en asegurar que el documento demuestra total desconocimiento de la realidad de Menorca. No ha habido participación desde las islas menores. De ahí que cojee. Y ponen un ejemplo. El documento describe el centro Sant Miquel como una unidad de corta estancia, de reinserción social y dedicada a la rehabilitación cuando en realidad se ha convertido en «una residencia» para aquellas personas cuyo trastorno está ya avanzado y que ya no hay posibilidad de reinsertarse socialmente.
El departamento de Patricia Gómez creó una comisión técnica para que las líneas que marca el plan estratégico puedan aplicarse en la Isla. No obstante, no ha comenzado a funcionar porque no tiene personal para ello, según denuncian los familiares. Los profesionales que deben trabajar sobre el documento están desbordados.