Cinco de los dieciséis militares destinados actualmente en la base de San Isidro desfilaron ayer en el homenaje a los caídos, el sexto banderín lo llevaba un miembro de la Hermandad de Veteranos, mientras que la corona era portada por otro veterano y un reservista voluntario. Además, un corneta y un gaitero, ambos militares de la Unidad, acompañaron la marcha. «Una pequeña representación de su Ejército que vive, ríe y llora entre ustedes pero que está dispuesto, si así se lo ordenan, a morir por ustedes», había afirmado momentos antes el coronel Javier Castro, en su discurso ante las autoridades y los asistentes a la tradicional celebración de los Santos Patronos del Ejército de Tierra.
Hace años que este acto dejó de ser multitudinario, como bien comentaban algunos presentes ayer en el desfile; los más mayores recuerdan especialmente la nutrida presencia militar de tiempo atrás en todos los rincones de Menorca. Hoy día el personal de la base de San Isidro lo conforman 16 militares y siete civiles. De hecho la celebración conjunta de los patronos se adoptó en 2003 «debido a la lenta pero inexorable pérdida de unidades militares en la Isla», tal y como recordó el coronel Castro, quien hizo asimismo un llamamiento a la unidad de los profesionales de la milicia, siempre supeditada al bien común por encima del particular.
Los cuarteles tendrían que cerrarlos todos y revertidos a Ayuntamientos y otras instituciones que les dieran un uso social y civil. Mucho amor a España y luego bien que les cuesta ceder edificios céntricos a los ciudadanos españoles. Una ojeada a la Historia nos pone de manifiesto donde nos lleva el militarismo y su industria de Guerra, empobrece la sociedad y cuesta millones de muertos -pocos de ellos militares de carrera, claro-. En ningún país moderno los militares se atreven a hacer comentarios sobre la política o las reivindicaciones sociales. Aquí empezando por el militar de mayor graduación, el Rey, meten sus narices en los asuntos que deben decidir los civiles. Los militares deben estar a las ordenes de los civiles, que para esto los pagamos. Pero aquí España es diferente, aquí tenemos el franquismo que sigue incrustado en estamentos como el militar, se cree tener la potestad de intervenir.