Si, como todo parece indicar, el año 2019 ha marcado un cambio de tendencia en el mercado laboral menorquín, que desde 2012 venía registrando mejorías en los principales indicadores; vale la pena repasar qué ha pasado en estos siete años de bonanza laboral. La capacidad de la economía menorquina de generar empleo parece haber tocado techo y la Isla vuelve a perder fuelle en aspectos como la contratación y el desempleo, pero lo hace en una situación muy distinta a la que vivía en el último año en que cundieron las malas noticias laborales.
El dato que más evidencia las diferencias entre los años 2019 y 2012 es la afiliación a la Seguridad Social, el termómetro del número de trabajadores activos. El año pasado, hasta el mes de noviembre (el dato de afiliación de diciembre todavía no se ha hecho público) se registró una media mensual de afiliados de 32.619. Siete años antes (y prescindiendo de diciembre para no desvirtuar la comparación) el número medio de afiliados era de 27.096. Son 5.523 trabajadores más que entonces, un aumento del 20 por ciento.
Los datos de contratación también son elocuentes. En 2019 se han firmado 34.305 contratos de trabajo, mientras que en 2012, en el año más duro de la crisis, empresas y autónomos registraron 23.440 contratos, 10.865 menos. La contratación se ha incrementado un 46,3 por ciento. El número de parados también es muy diferente. El año pasado la media mensual de desempleados se situó en 3.599, cuando hace siete años esa media se elevaba hasta los 6.691. El paro se ha reducido desde entonces un 46,2 por ciento. El número medio de demandantes de empleo fue en 2019 de 7.038. En 2012 era de 12.372.