Las organizaciones agrarias menorquinas apoyan las movilizaciones y los actos de protesta del sector a nivel nacional, ya que directa o indirectamente, los bajos precios que se pagan en origen en la Península acaban siendo una referencia en la Isla. «Las grandes superficies marcan los precios, los regulan ellos, son las que mandan y controlan todo el mercado» y, por tanto, sirven también de modelo para Menorca, especifica Pau Bosch, presidente de Fagme, quien agrega que el sector «no quiere subvenciones, sino que se pague el precio por el trabajo que realizamos».
Advierte que hemos entrado en un «círculo vicioso» provocado por estos precios irrisorios que se acaban pagando al sector primario. Y es que, en la Isla no se produce suficiente fruta y hortaliza, por ejemplo, para cubrir toda la demanda. Y el producto acaba viniendo de fuera. Producirla aquí no sale rentable al sector por estos precios que se pagan. Una producción local sería mucho más sostenible, además de atajar de raíz problemas de desabastecimiento cuando el mal tiempo azota el transporte marítimo. Por lo que un producto mejor pagado permitiría dar carpetazo a esta tendencia, considera.
Bosch indica, asimismo, que aunque son pocas las empresas que venden su producto a grandes superficies de la Isla, sí que se envasa marca blanca en leche y queso y que, por tanto, acaba surtiéndose a estas empresas. En estos casos «casi no hay margen» de beneficio, pero la gente lo compra por su precio. Este hecho acaba arrastrando al producto de marca local «que también baja de precio» para poder ser competitivo.
En la Isla gran parte de la comercialización se realiza de forma directa en mercados o en pequeñas tiendas.
La secretaria general de Unió de Pagesos, Margarida Llambias, incide en que «los precios que nos pagan ahora son los mismos de hace diez años» cuando todos los costes de producción han subido. «El precio de la leche como mucho se ha movido cuatro céntimos en una década», resalta. Pau Bosch coincide con esta reflexión e indica a modo de ejemplo que la carne que se vende en una carnicería ahora tiene un precio muy superior al que se pagaba hace 15 años. Y «a nosotros nos siguen pagando lo mismo o incluso menos». Los desequilibrios son cada vez mayores.
Llambias apunta a su vez a la nueva PAC para los años 2021-2027 que se está negociando como una de las preocupaciones que se suman a la situación de debilidad del sector.