El precio de los cereales y otras materias primas que constituyen el forraje como alimento del ganado bovino se ha disparado en los últimos cuatro meses, incrementado su precio entre un 20 y un 30 por ciento de media, lo que ha supuesto un nuevo palo en la rueda del maltrecho campo insular.
Al margen del pasto, una vaca puede consumir 11 kilos de pienso al día, que ha pasado de costar 30 céntimos a 35 restando todavía más margen de maniobra al productor ganadero. En un escenario como el actual, de persistir el aumento de costes tendría consecuencias fatales para las explotaciones, admite el sector.
La entrada de fondos de inversión en un mercado de primera necesidad y la previsión de cosechas más escasas de lo esperado inicialmente, sumado a las diferencias acentuadas por las fases de salida de la pandemia en los principales países productores de los cereales ha elevado la especulación incrementando precios sin control a lo largo de este tiempo.
China, por ejemplo, al haber reactivado su mercado interno con anterioridad a Europa ha hecho acopio de materias primas para la alimentación del ganado. Buscando compensar su mínima producción de maíz y soja ha comprado a Brasil y Estados Unidos, principales abastecedores del mundo, por lo que ahora acapara mercado y puede subir precios. Rusia, otro de los grandes productores almacena maíz creando ingentes stocks para sacarlos a la venta cuando llegue el momento y obtener mayores beneficios en función del incremento de la demanda.
La curva del mercado en la lonja de Barcelona donde adquieren el pienso las cooperativas menorquinas, Sa Cooperativa del Camp de Menorca y Ucame, principalmente, refleja la subida de los últimos meses, especialmente en la soja, la colza y el maíz.
Si a principios de año una tonelada de maíz costaba 175 euros en origen, el precio de compra la semana pasada se había situado en 208, explican desde Ucame.
El problema radica en que la especulación es tal que los precios cambian prácticamente a diario, aunque Antoni Payeras, nutrólogo de la empresa Nutritech que trabaja con varias fincas de la Isla, apunta que los efectos del incremento se comenzarán a sentir más ahora ya que los pedidos anteriores se habían hecho antes de que se iniciara la escalada de precios.
«Todos esperamos que comiencen a bajar, de hecho esta última semana ha sido la primera en que ha cambiado la tendencia alcista», señala Glòria Riudavets, representante de Ucame, tras haber hecho frente a incrementos que tasa en el 25 por ciento. Los payeses, explica, se quejan de que además de todo lo que ha sucedido este año «tampoco ha llovido demasiado por lo que estos aumentos son una estocada más», añade Riudavets.
De la misma opinión es Antònia Bosch, gerente de Sa Cooperativa del Camp de Menorca, aunque relativiza el impacto de la subida de los costes, «porque otros años han sido peor». Eso sí, añade que «aguardamos que esta especulación explote en algún momento y los precios vuelvan a estabilizarse».
De todas formas, precisa Bosch, «una cosa son los precios de la lonja de Barcelona y otros los que se pagan en las compras directas como clientes habituales, aunque sí hay materias primas, como las de proteínas, que han subido hasta una 20 por ciento».