Once educadores sociales y ocho educadores auxiliares componen la plantilla de la Casa de la Infancia, que actualmente acoge a 12 internos. El cambio respecto a etapas interiores es la mayor dotación de profesionales, por lo que prácticamente se equipara el número de educadores sociales al de residentes. También se ha incorporado un profesional en horario nocturno, que antes no existía.
La consellera de Bienestar Social, Bárbara Torrent, aportó estos datos en la interpelación presentada por el grupo popular a raíz de los últimos acontecimientos relacionados con este centro o los menores tutelados por el Consell, entre ellos el de un adolescente que se escapó de un establecimiento concertado de Mallorca. «La Casa de la Infancia es un centro abierto, los residentes entran y salen como si fuera un domicilio», explicó. Hay seguimiento y control sobre la asistencia escolar, «pero no es suficiente». Se controla cómo gastan el dinero, las compañías que frecuentan, el absentismo escolar y se revisa el teléfono móvil si ello es importante para el bienestar de los internos, recordó.
En todos los casos se intenta buscar una familia en el entorno más cercano «y si no es posible familias de acogida, disponemos de una bolsa de ayuda económica. Para la etapa en la que resulta más difícil encontrar acogida es la adolescencia», dijo.
Torrent asume que, a pesar de todos los esfuerzos que se realicen, «no tenemos el éxito asegurado, son casos muy complejos. Hay adolescentes con adiciones o problemas de conducta, para esa atención carecemos de recursos», agregó. Esa es también una de las razones por la que se han concertado dos plazas con un centro especializado de Mallorca con el fin de que reciban el tratamiento adecuado en cada caso.
La consellera popular Carmen Reynés planteó la necesidad de tener explicaciones de la consellera ante la alarma social creada por los acontecimientos en torno a este centro, aunque coincidió con Bàrbara Torrent en que lo importante es «ayudar a los jóvenes a construir un futuro», dijo.