La unión hace la fuerza en esta especie de concurso en periodo de preinscripción para el reparto de los fondos europeos, en el que participan grandes empresas que ya han presentado proyectos por valor de 123.000 millones de euros, mas del doble de lo que España destinará a las iniciativas empresariales. Tal es el nivel de competencia. Sin embargo, diez microproyectos menorquines con la participación de 16 promotores privados, emprendedores, pequeñas empresas y creadores de diversos sectores, van a presentar batalla como pequeños davids aupados los unos a los otros para combatir esta auténtica avalancha de goliats.
Lo van a hacer constituyéndose como Agrupación de Interés Económico, una muy poco conocida figura del derecho mercantil que funciona como una suerte de clúster de proyectos. El objetivo de este movimiento estratégico, ganar empaque y visibilidad y aprovechar la multitud de potenciales sinergias entre ellos para configurar un solo proyecto global que, bajo el título «Menorca, transformación piloto de la economía de una Reserva de Biosfera», pretende lograr algo más de nueve millones de euros del reparto de fondos para la reactivación, el 56 por ciento del presupuesto estimado para el desarrollo de cada uno de ellos, 16,1 millones de euros.
La génesis de esta novedosa singladura se remonta al verano pasado, según relata el economista y consultor de empresas Joan Sánchez Tuomala, coordinador del proyecto, que lleva meses realizando un trabajo de campo para detectar pequeños proyectos ya en marcha o en periodo de gestación con potencialidad para poder optar el reparto de los fondos europeos bajo el paraguas de objetivos estratégicos como la digitalización, la reindustrialización, la sostenibilidad y la economía circular.
Fueron los economistas Guillem López Casasnovas y Rafael Suñol y el ingeniero Joaquim Coello quienes se pusieron en contacto con Sánchez después de constatar el interés del Ministerio de Industria por captar iniciativas que permitan que el alud de millones que va a recibir España no se quede estancado en las capas empresariales superiores y alcance asimismo a pequeños emprendedores y pymes. También preocupados en intentar evitar que Menorca quede relegada en esta enorme ventana que se abre para la transformación económica.
«Hemos tocado las teclas y la música ha sonado, se ha configurado un proyecto atractivo que todavía está abierto», explica Sánchez. «Nos dimos cuenta que salían cosas pero que tenían la gran debilidad de ser muy pequeñas, algunas sin suficiente estructura para optar a los fondos, pero hicimos de la necesidad virtud». El resultado es un proyecto de envergadura con potencial para generar entre 100 y 150 nuevos empleos cualificados y con una gran baza, las evidentes sinergias que se pueden generar entre los tres grandes sectores productivos, el campo, la industria y los servicios. «Se trata de una iniciativa cien por cien privada y con grandes externalidades de interés general».
Conceptualmente el proyecto se posiciona como una experiencia piloto en dos sentidos. El primero local, con experiencias de transformación que puedan empezar a dar resultados en un periodo de cinco o seis años y que sirvan de palanca para el resto de la Isla. El segundo exterior, como banco de pruebas de iniciativas que puedan exportarse a otros territorios. En ese sentido, y por recomendación del Ministerio de Industria, con el que hay hilo directo de diálogo, se han realizado contactos para buscar la colaboración de Lanzarote y Andorra. El proyecto ya ha sido visto con buenos ojos también desde el Govern y el Consell y cuenta con el aval del Cercle d'Economia.