Después de más de tres meses en estado latente, ya que su disolución nunca fue oficial, renace la Asociación de Vecinos Ciutadella Vella. Un nuevo grupo de residentes está dispuesto a tomar las riendas de la entidad para evitar que el casco antiguo de la ciudad se quede sin representación en foros y órganos de debate de cuestiones que les puedan afectar. Así lo manifestó ayer Rafel Palliser, uno de los vecinos que forma parte de este grupo embrionario de la asociación, cuya junta directiva aún está por constituir.
Entre los problemas que atañen al casco antiguo está el descenso de vecinos y su sustitución por turistas y veraneantes. Algunas casas del centro son compradas por personas foráneas y de alto nivel adquisitivo –los locales no pueden afrontar los precios de compra y de mantenimiento–, y las convierten en segundas residencias vacacionales, por lo que en realidad solo están habitadas unos pocos meses al año. Otras casas señoriales son adquiridas para su reconversión en hoteles boutique, que han proliferado en los últimos años, y otras se destinan al uso comercial. Todo ello hace que el casco antiguo pierda los residentes de toda la vida. La asociación quiere invertir la tendencia, aunque en diciembre de 2020, cuando la asamblea acordó su disolución, sus directivos admitieron que de momento ese objetivo no se ha logrado.
La desventaja de no tener cableado de fibra óptica en la era de la tecnología no ayuda para atraer vecinos fijos, pero Ciutadella Vella no quiere tirar la toalla. Aunque la entidad no ha sido reactivada de manera formal, trabaja para estarlo en breve. Esta asociación vecinal se creó en 2006 y en sus inicios logró frenar una operación especulativa en la calle Sant Cristòfol.