Desde ayer está en vigor el Real Recreto Ley 14/2022 con el que el Gobierno pretende aplicar medidas de ahorro energético y que afectan básicamente al comercio. El sector, a través de dos de sus protavoces, se muestra dispuesto a acatarlas, pero exige coherencia y que todos los ámbitos, incluido el Gobierno, apliquen la misma política de contención en el gasto público.
Una temperatura regulada de 27 grados como mínimo y el apagón de los escaparates a partir de las 22 horas son dos de las cuestiones que en pleno agosto más llaman la atención. «Ahora cada establecimiento tiene la temperatura que considera más adecuada, los 27 grados suponen una medida que no gustará al cliente, que busca comodidad cuando entra en un comercio. Me parece que será perjudicial para la economía», afirma Vicente Cajuso, presidente de la Asociación de Comerciantes de Menorca, Ascome.
El comerciante mahonés considera que el sacrificio debería llegar a todos, «debería empezar por el propio Gobierno con medidas para reducir el gasto público», añade. Obligar a las tiendas textiles, por ejemplo, a trabajar a una temperatura de 27 grados «supondrá reducir ventas, no te podrás probar la ropa si sudas, no es agradable ni higiénico, tampoco trabajar con productos de peso, si hace calor o has de hacer cola son dos factores que hacen perder ventas», explica el experimentado presidente de la patronal menorquina.
Cambio de hábitos por el calor
El calor ha motivado un cambio de hábitos este verano, «los comercios trabajan más al atardecer, a media tarde la gente no sale, esperan a que la temperatura dé un respiro», apunta Macià Coll, gerente de Ciutadella Antiga, uno de los puntos de más actividad comercial de la Isla.
Comercios como los dedicados a souvenirs o los de temporada han modificado los harios por ese motivo, comienzan la actividad a las siete de la tarde y la prolongan hasta las 23 o las 24 h. Podrán seguir haciéndolo, la obligación de apagar escaparates a las 22 h es para aquellos establecimientos que estén cerrados.
Sobre ese apagón, que será obligatorio a partir del martes próximo, hay más reticencias en el sector comercial. «Es otra medida que perjudica la venta o la promoción del producto en general, dejar iluminación hasta las 23 o las 24 h me parece razonable, todos disponen de temporizador para el apagado automático», expone Cajuso, quien cree que se trata de una medida perjudicial, «entre pandemia, crisis y ahora estas medidas a perro flaco todo son pulgas. En suma me parece demasiado restrictivo y más si llega en plena temporada de verano. Creo que son medidas que deberían haberse madurado antes», comenta.
El decreto, que también incluye algunas medidas de ahorro dirigidas a la Administración Pública, no incluye, sin embargo, un régimen sancionador, lo que, sin duda, podría relajar el cumplimiento, particularmente durante los días más calurosos o meteorología adversa.
Perjuicio económico al sector
Macià Coll asegura que las medidas causan perjuicio económico, «condicionan más la actividad», así y todo las entiende, «son más efectivas y las veo más normales que quitarse la corbata», asegura.
Recuerda que inicialmente, el Gobierno anunció que estrecharía el consumo de manera general, «si lo aplica, que sea con coherencia, todos iguales», dice.
Sobre el dispositivo que todo establecimiento ha de tener con indicación de la temperatura, confía en que se trate de un sistema de bajo coste y fácil instalación. «Para los pequeños comercios será un engorro, un gasto más y una complicación nueva», señala Cajuso, quien entiende que ese requisito sí puede aplicarse a una gran superficie. Mercadona, una de las aludidas y consultadas ayer sobre este punto, asegura que ya viene trabajando con una temperatura estándar de 26 o 27 grados.
Coll aplaude las medidas de ahorro en el consumo energético que, «a la larga te reducen los costes, pero ya los aplica el empresario por interés propio». Otro tanto ocurre con las puertas automáticas y demás sistemas de modernización comercial que, junto con la mejor atención al cliente, pretenden reducir los costes y mejorar la rentabilidad del negocio.
Creo que se exagera un poco en algunos comentarios. Lo cierto es que el Planeta ya no soporta la carga que le obligamos a llevar. En cuanto a la temperatura de 27 grados en un comercio, no creo que por ello los potenciales clientes que están andando por la calle a 35 grados dejen de entrar. Esos 8 grados menos se agradecen. Cuando alguien necesita comprar algo lo va a comprar igual a 22 grados que a 27. Hablando de los trabajadores de esos establecimientos, pensar que hay muchos trabajadores que están trabajando a la interperie a 35 ó 36 grados y no tienen mas remedio que hacerlo. En cuanto a los escaparates, me parece que porque se apaguen a las 22 horas (si estos están cerrados) no van a perder ventas por ello. A veces creo que con tal de protestar ponemos pegas donde no las hay. Hay muchas otras cuestiones mucho mas importantes que estamos sufriendo que son merecedoras de protestas y no lo hacemos.