La sensación general es que este verano que está a punto de terminar la tramontana, los vientos de componente norte, han pasado prácticamente de largo. Un tema bastante comentado a pie de calle en un estío excepcional por las altas temperaturas y en el que se ha echado en falta la entrada de aire fresco.
Menorca no es el único lugar donde se ha notado su ausencia. El observador meteorológico Sergi Corral Buela se hacía eco a principios de este mes a través de la red social Twitter de cómo en el municipio de L'Escala, en la provincia de Girona, este verano se había batido otro récord, en este caso a la baja: «Tan solo seis días de tramontana en tres meses, por una media teórica de 20 días», informaba. Y lo acompañaba con un gráfico en el que se podía comprobar la evolución desde 2005: en 2010 sopló 32 días.
241 kilómetros separan a esa localidad de la Isla. Al respecto, el meteorólogo menorquín Agustí Jansà sostiene que los datos no son equiparables: «Las frecuencias no son las mismas, no se pueden trasladar». Sin embargo, aunque no tiene los datos concretos sobre la mesa, reconoce que «la impresión es que, efectivamente, también han disminuido los días de tramontana en Menorca».
El que en su día fuera jefe de la delegación en Balears de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) sí maneja una teoría sobre qué podría hacer que estuvieran cambiando la tendencia en los últimos tiempos. Jansà lo atribuye a la disminución de frecuencias de las borrascas mediterráneas del Golfo de Génova, «que son las que están más directamente relacionadas con la tramontana».
De fondo, aparecen de nuevo las consecuencias del cambio climático. En ese sentido, Jansà sostiene que debido a él «la circulación de borrascas en el mundo tienden a ganar latitud, particularmente en verano; tienden a circular más al norte y nos tocan menos», argumenta.
Si hay otra persona en la Isla que conoce bien su meteorología, esa es Xavier Pons Cladera. Su percepción corrobora también la sensación general y asegura que «está clarísimo que este verano la tramontana ha sido prácticamente inexistente». Explica que si junio y julio son meses en los que la aparición de vientos de ese componente no es tan habitual, sí lo suele ser más en agosto. En ese sentido, cabe recordar cómo a mediados de ese mes el año pasado entró una tramontana que bajó el termómetro diez grados.
Quienes miran cada día las previsiones con detalle por trabajo, como por ejemplo los pescadores, también hablan «de un verano atípico». Así lo afirma Xavier Marquès, patrón mayor de la Cofradía de Ciutadella. En general, ha sido un verano de poco viento, «muchos días de calma», algo que no suele ser bueno para las capturas. «Nos hace falta un poco de movimiento y que se enfríe el agua», comenta. A nivel general, Marquès tiene la sensación de que «en los últimos años el tiempo es más estable, hay menos borrascas, no es como hace 20 años».
Viento fresco
El viento norte sí que ha hecho acto de presencia este fin de semana. Con rachas máximas de 55 y 63 kilómetros hora en Es Mercadal y el Aeropuerto, respectivamente. Este domingo sopló con menos intensidad, pero la suficiente para que las altas temperaturas nos den un respiro. A las puertas del otoño, Pons Cladera entiende el reciente cambio como «un golpe mortal al verano». Algo que nos permite, recuerda, disfrutar de unas temperaturas que no teníamos desde principios de mayo, antes de que el estío se convirtiera prácticamente en una sucesión de olas de calor.