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Las ‘kellys' de Menorca disuelven su asociación por desánimo y falta de expectativas

El colectivo se siente parte de una batalla perdida de antemano en un sector que las infravalora

Los complejos de alojamientos no han generalizado aún la instalación de camas elevables

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La Asociación de Kellys de Menorca ha pasado a mejor vida, después de que sus impulsoras decidieran su disolución. El desánimo del colectivo al verse inmersas en una batalla perdida de antemano, y la falta de expectativas por lograr una mayor consideración por parte del empresariado, ha llevado a la entidad de camareras de piso a cesar en su lucha, al menos de la forma como lo venían haciendo hasta ahora.

Ni los avances logrados en Balears con la nueva ley turística han servido para levantar el ánimo de un colectivo que, aunque es irreemplazable e imprescindible, históricamente ha sido maltratado y considerado el último eslabón del sector turístico. Tan es así que, quien hasta hace unos meses fue la presidenta de la asociación, María Jesús Cerezález, admitía este miércoles la desilusión de las trabajadoras, «porque es un camino sin retorno» en el que no ven la luz al final del túnel.

Otro verano ‘a destajo'

La temporada turística, que por fin se ha alargado este año más allá de septiembre, ha tenido como denominador común la falta de mano de obra. Algo que ha afectado también a las kellys. «Este verano ha habido mucha falta de personal en todos los sectores, pero sobre todo con las camareras de piso», señalaba este miércoles el secretario general de Comisiones Obreras en la Isla, Antonio Soria. Algo que se ha traducido en «mucha carga de trabajo, porque hay muchas habitaciones que hay que dejar listas» y, por consiguiente, «las camareras de pisos han sufrido mucho estrés y en muchos casos se han superado las jornadas de ocho horas».

Soria no especifica las horas de más trabajadas, pero se han dado casos de jornadas de diez horas o más.

De hecho, desde el sindicato afirman que «la falta de personal es la excusa» para someter a jornadas interminables, con «condiciones de trabajo malas; se supone que se deben trabajar ocho horas a un ritmo normal, no a destajo hasta tener todas las habitaciones listas», critica Soria, de una profesión donde la «carga de trabajo siempre ha sido muy alta».

En este sentido, Soria señaló que «parece que tenemos un acuerdo con Ibassal (Instituto Balear de Seguridad y Salud Laboral) para hacer estudios sobre la carga de trabajo» y «esperamos que el próximo verano se puedan empezar a implantar» cambios en esta materia.

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