«ChatGPT es una aplicación de inteligencia artificial muy avanzada, pero aún no es inteligente», concluye el matemático y doctor en Informática Llorenç Huguet, tras el lanzamiento y la popularización de ChatGPT, un sistema de chat basado en el modelo de lenguaje por inteligencia artificial GPT-3, desarrollado por la empresa OpenAI. «Es capaz de responder a través del aprendizaje automático y el procesamiento de lenguaje natural», recuerda Huguet, «pero de ahí no pasa».
Cuantas más preguntas se le hacen, más información recopila y más correcciones se introducen, más conoce y más precisa es la aplicación. «No piensa, pero aprende y es capaz de entender cuando los usuarios la ayudamos a mejorar y a cometer menos errores», aclara Llorenç Huguet, que considera que el modelo GPT-4, el último modelo de inteligencia artificial que lanzará próximamente OpenAI, se habrá perfeccionado más.
Hasta entonces, los usuarios pueden acceder a ChatGPT. Y lo pueden hacer de forma gratuita, aunque avanza Huguet, es cuestión de tiempo que acabe siendo de pago. De momento, ya ha llegado una versión premium, disponible, inicialmente, para usuarios en Estados Unidos por 20 dólares al mes y acceso a ventajas como mejores tiempos de respuesta. «Está claro que hay un gran interés económico detrás», afirma Llorenç Huguet, que hace referencia a la gran inversión que planea Microsoft, nada más y nada menos que 10.000 millones de dólares.
Riesgos
Sobre el uso de ChatGPT, no hay duda de que tendrá utilidad en disciplinas muy diversas por su versatilidad. «En el mundo educativo ha generado mucha preocupación porque, si sigue sofistificándose, será difícil distinguir si los trabajos y los exámenes los hace la aplicación o el alumno», reconoce Llorenç Huguet, que es profesor de matemáticas e informática en la Universitat de les Illes Balears (UIB). «También tendremos que vigilar que estos avances tecnológicos no creen más problemas éticos ni riesgos para las personas», añade.