El mantenimiento y conservación del Camí de Cavalls, el sendero de gran recorrido GR-223 con sus 185 kilómetros que rodean la Isla, recae de nuevo en la Fundació per a Persones amb Discapacitat Illa de Menorca que iniciará otro contrato en abril con duración hasta 2025 por un importe total de un millón de euros, tal como aprobó el Consell recientemente.
La ejecución sobre el terreno corresponde a una brigada del Centro Especial de Ocupación EcoVerd, donde todos los equipos están formados por un o una oficial y tres peones con discapacidad reconocida, principalmente de tipo intelectual o por enfermedad mental.
La brigada día a día
El capataz de la brigada, Miquel Pons, explica que realizan el mantenimiento a la vez que avanzan un poco cada día en sentido antihorario, siguiendo los veinte tramos del sendero y desde 2018 han dado ya diez vueltas completas a la Isla. Pons agradece la suerte que tienen de «poder pasar por fincas privadas para acercarnos con el coche y llevar las herramientas para empezar a trabajar». Poco a poco -en algún caso durante tres años- se han ganado la confianza de los propietarios y payeses que hoy en día les permiten abrir los accesos cerrados de todas las fincas anexas al Camí de Cavalls, excepto en una. Él avisa siempre de su paso, dejan las barreras como se las encuentran y tienen en cuenta que hay animales, cosechas, temporadas de caza y otros aspectos a considerar. Miquel que creció en el campo disfruta del Camí de Cavalls también en su tiempo libre a diferencia de sus compañeros Bernat Capó, Joan Moll y Damià Torres, que confiesan no andar nada por el Camí en sus días libre.
Damià, ciutadellenc de 49 años, había trabajado antes en la construcción y ahora, tras un curso básico de jardinería en la Fundació per a Persones amb Discapacitat Illa de Menorca, lleva ya casi siete años en EcoVerd y tres en la brigada del Camí de Cavalls. Dice que le gusta su trabajo y también que «andas mucho y con el peso encima: los EPI (Equipo de Protección Individual), herramientas, mochila... Hay trozos que tienen tela, sube, baja, pero hay que hacerlos». También explica que los senderistas o quienes pasan a caballo les suelen agradecer el trabajo que hacen. Él valora trabajar en el campo donde además «no molestas a nadie, ni hay que vigilar todo el rato por piedras que salten como si estuvieras en una urbanización. Aquí vigilamos de no hacernos daño y sólo paramos un momento cuando pasa alguien». Le gusta el ritmo de trabajo porque «te mueves sin ir corriendo ni quedarte parado. Las tareas son rotativas y hay buena relación. Nunca hay discusiones».
Entre paisajes espectaculares visitados por miles de personas cada año, los tres peones y el monitor, trabajan de lunes a viernes a jornada completa. Se encargan entre otras cosas de limpiar, desbrozar y recortar la vegetación, repintar los hitos y también de mantener señalización, barandillas de acebuche, paredes secas, barreras y cantones de marés de los portillos así como de retirar árboles caídos, evitar que proliferen nuevos viales y controlar la erosión a la vez que detectan y comunican incidencias. También paran a desayunar y a descansar otro rato a mediodía.
Las claves
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Una brigada más
Desde EcoVerd agradecen la modalidad de contrato reservado para colectivos vulnerables establecida por el Consell para estos trabajos en el Camí de Cavalls y el gran aumento de presupuesto para poder añadir una brigada más de tres personas.
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Colaboración
Los propietarios de fincas junto al camino han establecido una relación de confianza con la brigada y ahora -excepto en un caso- les permiten el paso en vehículo por sus terrenos para que puedan acercarse al punto donde reanudarán la tarea del día anterior.
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Trabajo agradecido
Su trabajo es especial y como explica Damià Torres «soy de Menorca pero ahora he visto rincones que no había visto nunca... Playas que dices ¡Qué bonito!».