Alba, la asociación menorquina que desde el año 2000 acoge a las mujeres afectadas por cáncer de mama, suma ya 130 socias y múltiples colaboradores. En su mayoría son familiares de mujeres que han pasado por esta situación o empresas cuyos dirigentes han vivido también de cerca la enfermedad.
«Lo principal es acoger y orientar. El diagnóstico te hunde y es importante que encuentres quien te arrope», asegura María Sánchez, que ahora preside la entidad. «Lo normal es que entren con sentimiento de culpa, de que les ha ocurrido esto porque no se han vigilado ni han hecho las revisiones que tocaban. Pero luego es importante que lo expliquen y compartan con sus hijos y familiares».
A María el cáncer le sobrevino cuando sus pequeñas tenían apenas 7 y 10 años. «Se lo expliqué, con tacto. Que se me caería el pelo y no me encontraría bien». Pero Alba ofrece también una psicóloga de refuerzo que se suma a la que ya dispone el hospital para acompañar debidamente a las afectadas y su entorno.
«No tengo la más mínima queja del servicio de oncología», asegura, y se congratula de haber sido de las primeras mujeres con cáncer de mama que se benefició de la instalación, en 2017, de un servicio propio de radioterapia en el ‘Mateu Orfila'. «Hasta entonces, las enfermas tenían que desplazarse a Palma y eso les resultaba bastante engorroso».
Con todo, el aspecto que más preocupa a María «es quedarme sin mama, la sensación de amputación que eso te produce. El pecho es una parte femenina muy importante para la sexualidad, y no tenerlo cambia mucho».