Santi Pons-Quintana forma parte de la tercera generación de Pons Quintana, la emblemática firma de calzado menorquina creada en 1953, y que este año celebra su 70 aniversario.
Pons-Quintana participará en el Foro Menorca Banca March de la Empresa Familiar 2023, que tendrá lugar este jueves, a las 19.30 horas, en la Sala Multifuncional de Es Mercadal, y que dedica la edición de este año al relevo y la continuidad de la empresa familiar en la Isla.
Usted representa a la tercera generación de Pons Quintana. ¿Cuándo se incorporó a la empresa?
—Yo soy abogado de formación y ejercí como tal hasta 2016. Cuando me incorporé a Pons Quintana lo hice porque consideraba que era el momento. Siempre había tenido interés en la empresa familiar, pero no lo había acabado de materializar nunca. Trabajé siete años como abogado, y cuando me incorporé cogí esas partes con las que me sentía más cómodo y consideraba que eran necesarias para la empresa. Empecé a trabajar en temas de producción y ahora me muevo en la organización de la fábrica.
¿Qué aporta a la empresa la tercera generación?
—Según los manuales, la incorporación de la tercera generación es el momento en el que las empresas familiares afrontan más problemas. En nuestro caso, hay una cultura familiar determinada, muy vinculada a la manera de pensar de mi abuelo, y nuestra idea es que tenemos que continuar la senda que inició el emprendedor que ha hecho posible esta empresa, y que ha permitido que a día de hoy todavía se fabriquen zapatos en Alaior.
¿Qué valores caracterizan a las empresas familiares?
—Creo que las empresas familiares somos más cercanas a la gente que trabaja con nosotros y también más conscientes de la situación que tenemos a nuestro alrededor. En el caso de Pons Quintana, quizá esto también se deba a que vivimos en una sociedad muy cohesionada, como la menorquina. Además, otra de las ventajas es que ponemos el legado de la empresa por encima del rendimiento económico, aunque este también es muy importante, por supuesto. Una empresa tiene que hacer dinero, pero se pueden afrontar los problemas de una manera diferente.
De cada diez empresas familiares que nacen, se estima que solo tres pasan a la segunda generación y no muchas llegan a la tercera. ¿Cuál es el secreto del éxito?
—En general, la supervivencia de las empresas en España es muy baja, y una empresa como la nuestra, con 70 años, es una rara avis. Nosotros hemos tenido dos fórmulas de relevo generacional y las dos han funcionado. La primera fue la de mi abuelo, que en 1994 decidió que se jubilaba y pasó la empresa a mi padre y a mi tía, aunque él no se desvinculó totalmente. Ahora, nuestra incorporación ha sido distinta, porque hemos ido entrando en diferentes momentos y ocupando áreas de la empresa, intentando que haya el máximo de comunicación posible entre todos nosotros. También es importante que la tercera generación esté lo mejor preparada posible, y tener experiencia externa antes de incorporarse a la empresa familiar también es un elemento fundamental.
¿Es fácil separar los asuntos de la empresa de la vida familiar?
—Es muy complicado. En el caso de las empresas familiares, lo más normal es que lo has hablado en la sala de reuniones se siga comentando cuando luego comes con la familia, aunque esto es agotador. Mi padre, por ejemplo, no quiere que hablemos de trabajo mientras comemos y lo intentamos respetar.
¿Menorca es una isla de empresas familiares?
—España es un país de empresas familiares. Somos mayoría. Y en Menorca, las empresas familiares están en todos los sectores. Creo que forma parte de la idiosincrasia del país y de nuestra cultura, y tiene sus cosas positivas y negativas, pero ha permitido que haya una gran supervivencia de empresas y de puestos de trabajo. En el sector del calzado de la Isla, por ejemplo, en todas las plantillas hay gente que está con nosotros desde hace veinte o treinta años, y se jubilan después de haber trabajado toda la vida en la misma empresa, y esto es un orgullo.
Espacios como el Foro Banca March, ¿son importantes?
—Nosotros somos unos grandes defensores de la colaboración dentro del sector para ofrecer nuestras experiencias. Esta es otra de las cosas que mi abuelo nos transmitió, porque él se significó en todas las asociaciones empresariales y en todos los grupos en los que se pudiera colaborar.