En la tercera edición de su ambicioso proyecto de investigación y divulgación sobre el estado de salud del Mar Mediterráneo, el Centro Velico Caprera (CVC) y la Fundación One Ocean visitan Menorca.
El catamarán que cubre la travesía ha hecho una parada este domingo en el puerto de Maó, en lo que es la antepenúltima antes de regresar el próximo 6 de julio al centro de operaciones de La Maddalena, isla de larga tradición militar ubicada al norte de Cerdeña y origen de la Fundación.
Dicha embarcación lleva en aguas de Balears desde el pasado sábado 8, fecha en la que arribó a Eivissa tras un periplo que inició el pasado 27 de abril haciendo escala en Savona, Niza, Marsella, Port-Argelès y Barcelona. Desde la mayor de las Pitiusas, el catamarán puso rumbo a Menorca, donde estos días están aprovechando para monitorizar «el estado de contaminación» mediante el análisis de contaminantes orgánicos y contaminantes traza, es decir, metales. A partir de este estudio, se identificaría su grado de presencia en «áreas individuales» y en «la cuenca en general», según indica la coordinadora científica de One Ocean Foundation, Ginevra Boldrocchi.
Estos análisis son los mismos que se llevaron a cabo en la primera y en la segunda edición, los cuales se encuentran bajo revisión científica. De esta forma, Menorca y el conjunto de Balears, «importantes ecosistemas marinos que albergan tanta biodiversidad», adquieren un papel fundamental en la comparación con el resto de zonas del norte del Mediterráneo y los resultados obtenidos en el Adriático y el Tirreno, los cuales indicaron una presencia cada vez menor de contaminantes orgánicos persistentes, como los bifenilos policlorados (PCB) y el dicloro difenil tricloroetano (DDT), en los organismos marinos en comparación con los análisis efectuados en la década de los 70, los últimos disponibles.
Además, este año cobra especial importancia el seguimiento acústico para evaluar el impacto del ruido de zonas con un turismo «muy intenso» sobre el mismo ecosistema.
A bordo del One se embarcan tanto investigadores como miembros de la Marina italiana, los cuales trabajan en esta investigación contribuyendo al conocimiento y conservación de la biodiversidad marina. «Estamos obteniendo un mapa de la presencia y distribución de especies crípticas, tanto especies amenazadas como aquellas de las que aún se sabe poco. Ejemplo de ello sería la foca monje», advierte Boldrocchi, una especie que hace más de 60 años que desapareció del Mediterráneo occidental. A ella también se suman otras especies en peligro de extinción como tiburones y rayas. Su equipo está utilizando, entre otros, la técnica del ADN ambiental para llevar a cabo este cometido.
Esta labor que vienen realizando desde hace casi dos meses tendrá su punto y final el próximo 6 de julio, momento en el que la tripulación pisará de nuevo La Maddalena, tras previo paso por los puertos de Ajaccio en Córcega y Santa Teresa di Gallura en Cerdeña.
El apunte
Un punto caliente «contaminado» químicamente y una seria amenaza
Pese a abarcar una superficie inferior al 1% de la superficie oceánica mundial, el Mediterráneo posee «una gran biodiversidad» y está considerado «un punto calientemundial».
«Al ser una cuenca semicerrada con un intercambio de agua limitado, una alta densidad de población y un hotspot turístico mundial, es un mar muy contaminado tanto químicamente como en términos de residuos, incluyendo plásticos», relata la coordinadora científica, Ginevra Boldrocchi.