La victoria de Donald Trump y el regreso al proteccionismo de la economía estadounidense ha vuelto a encender las alarmas de las empresas menorquinas en cuyas cuentas de resultados pesan las exportaciones al gigante norteamericano.
Durante su primer mandato, en octubre de 2019, una larga lista de productos alimenticios europeos fueron gravados con aranceles de un 25 por ciento, desde el whisky irlandés o escocés a los productos porcinos, la mantequilla o los yogures así como el aceite de oliva y el queso. El gravamen a los quesos tocó de lleno a la principal industria agroalimentaria de Menorca. En ese ejercicio de 2019 aunque el arancel solo estuvo vigente dos meses y medio la caída de ventas del queso de la Denominación de Origen (D.O.) Mahón-Menorca a Estados Unidos cayó un 7 por ciento.
Ahora el sector lácteo y quesero ha conseguido cierta estabilidad después de atravesar la crisis que provocó la pandemia y sufrir, como empresas de todos los sectores, el aumento de los costes de producción. Afrontar otra oleada de aranceles preocupa, porque el mercado norteamericano absorbió en 2023 un 62,36 por ciento de las exportaciones de queso de la D.O., con 124.480 kilos comercializados; el segundo mercado fue República Dominicana, pero a mucha distancia, con un 12,56 por ciento de las exportaciones, y después Alemania, un 5,36 por ciento.
El gravamen que anuncia Trump abocaría a la industria quesera a una bajada de ventas, y a negociar para intentar evitar que los productores tengan que asumir la totalidad del arancel o bajar precios. Un escenario complicado que también se plantea para otros productos agroalimentarios en España que ya se vieron perjudicados en el primer mandato de Trump, como el aceite de oliva y el vino.
La Unión Europa teme verse arrastrada a otra guerra comercial y que esto afecte a su crecimiento económico, como también afectará en un mundo globalizado el enfrentamiento entre EEUU y China. Para la potencia asiática Trump ha anunciado en campaña aranceles de hasta un 200 por ciento para sus coches y el 100 por cien para los coches europeos.
Hace cinco años Coinga realizó acciones encaminadas a no perder cuota de mercado en Estados Unidos pese a los aranceles, incluso organizando el viaje a Menorca de importadores de queso en aquel país a la fábrica en Alaior; al mismo tiempo, los esfuerzos se han dirigido a diversificar los mercados para las exportaciones.
Conflicto comercial
Con la primera Administración Trump los aranceles se adoptaron en el marco de una disputa comercial abierta en 2004 en la aviación civil, entre Airbus y Boeing, que ha costado miles de millones de dólares en aranceles y que acabó afectando a sectores ajenos como el agroalimentario.
Santiago Tadeo, gerente de Coinga, recuerda este hecho, detonante de la imposición de aranceles, y confía en que una cosa sean las promesas electorales para ganar y otra, la aplicación indiscriminada de impuestos sin mediar un desencuentro concreto. «Estamos a la expectativa, hay que ver qué hará, no solo perjudicaría a la economía europa, también a la estadounidense», señala, «es deseable llegar a acuerdos».
En 2021, ya con el demócrata Joe Biden, equipos negociadores de la UE y EEUU, alcanzaron ese acuerdo en relación a la pelea sobre las reglas de subsidios a Airbus y Boeing, después de años de acusaciones mutuas entre Bruselas y la Casa Blanca de haber concedido subvenciones millonarias a sus respectivos constructores aeronáticos. Ese año se levantaron también los aranceles.
Temor a que se tuerza la estabilidad en el sector
Santiago Tadeo. Gerente de Coinga
Al gerente de Coinga, SantiagoTadeo, le preocupa que «ahora que el sector se empezaba a estabilizar», sufra otro revés derivado del cambio político en EEUU. La cooperativa y el resto de productores de queso menorquín fueron perjudicados en octubre de 2019 cuando Trump gravó con un 25 por ciento los productos procedentes de diversos países europeos, entre ellos los agroalimentarios españoles. Coinga, asegura su gerente, no llegó a asumir el total del arancel, negociando con los importadores. No obstante ahora, señala Tadeo, la situación para el sector es más delicada que hace cinco años, llega después de haber pasado por la crisis del coronavirus –que se solapó con la imposición de los aranceles–, y el aumento de los costes de producción que han sufrido todas las empresas por la guerra de Ucrania. El objetivo, si se grava el queso, será minimizar el riesgo de tener que bajar precios.
«Si hay aranceles, repercutirá en el precio final del zapato»
Lina Mascaró. Presidenta grupo Calzados Mascaró
El grupo de calzado Mascaró tiene una tienda de Pretty Ballerinas en el East Side de Manhattan, en la avenida Lexington y también clientes multimarca en Estados Unidos. La presidenta del grupo con sede en Ferreries, Lina Mascaró, señaló ayer que el país norteamericano no es su primer mercado exterior, sus clientes extranjeros están por todo el mundo pero especialmente en Alemania y Suiza. No obstante, la firma seguirá mandando sus productos al corazón de Nueva York, a su tienda de bailarinas, y si finalmente se aplican aranceles en este sector, «se tendrá que repercutir en el precio final del zapato» y sobre los clientes multimarca «ellos tendrán que juzgar si siguen comprando o no», añadió la presidenta. Los precios, recordó, no son igual en todos los países en los que la marca está presente, el cambio de la moneda y el transporte son cuestiones que influyen en lo que paga el cliente final.
«En 2019 no nos tocó, lo batallamos desde la FICE»
Quim Gener. Gerente de Homers
Desde hace años Estados Unidos es el primer mercado de exportaciones de la firma de calzado de Ciutadella Homers, seguido de Alemania y, a más distancia, Japón. El gerente de la empresa, Quim Gener, manifiesta cierta preocupación por el proteccionismo norteamericano aunque, añade, «en 2019 no nos tocó, lo batallamos desde la FICE», la Federación de Industrias del Calzado Español, y finalmente no se gravaron las importaciones de zapatos por parte de EEUU. Gener apunta que ahora mismo el gravamen ya supone en torno a un 9 o 10 por ciento del valor del producto, «ya es importante», a lo que hay que añadir el cambio de divisa, ya que el valor del dólar sigue ligeramente inferior al del euro. «Esperamos que finalmente no se impongan aranceles, que haya sentido común, porque nadie sale ganando, quien acaba pagando es el consumidor final», afirma el empresario.
La especificidad del Gin de Mahón le libró de la tasa
José Carlos Camps. Dtor. ventas y marketing Destilerías Xoriguer
Bajo la Indicación Geográfica Gin de Mahón, Destilerías Xoriguer comercializa la ginebra de la isla en Nueva York y Washington, también en el sur de Florida entre otra zonas de EEUU. Mantiene una colaboración con el chef José Andrés, quien junto a Albert Adrià y Ferran Adrià, abrió el Mercado Little Spain en Hudson Yards, NYC, y abastece de ginebra menorquina sus restaurantes. El mercado norteamericano ha crecido para esta empresa con sede en Maó. El gin no se vio afectado por los aranceles en 2019, aunque otras bebidas alchólicas si lo estuvieron. No obstante al hablar de gravámenes siempre hay cierta preocupación. «Las medidas, si las hay, creo que irán dirigidas a dar ventaja competitiva a sus productos y la ginebra no es uno de ellas», explica José Carlos Camps, director de ventas, quien destaca también la especificidad del gin menorquín y su proceso artesano.
Generico
La suspensión acordada con el gobierno Biden expira en 2026
Los aranceles adoptados por Trump en su primer gobierno no están eliminados, sino suspendidos por cinco años desde que en junio de 2021 se llegara a un acuerdo entre la Unión Europea y la Administración del demócrata Joe Biden. La suspensión fue mutua, ya que Europa respondió a su vez con impuestos a los productos de EEUU, y estará vigente hasta 2026 si antes el nuevo gobierno de Trump no decide, como es previsible y ya ha anunciado, gravar las importaciones. Los aranceles adicionales impuestos a productos de la UE fueron de un importe aproximado de 7.700 millones de dólares.