El transporte público de Menorca cerrará este año con cerca de 3,8 millones de pasajeros, pero el Consell prevé una drástica reducción a partir del 1 de enero de 2025 por el fin de la subvención estatal que financia la gratuidad de los abonos. El pleno de este lunes ha aprobado inicialmente el plan de rutas que debe tener una vigencia de diez años y, para calcular las necesidades del servicio, solo se han tenido en cuenta las cifras de pasajeros que tuvo el bus entre 2016 y 2019.
De esta forma, el gobierno del PP prevé volver a los 2,3 millones de pasajeros que tenían los autobuses de Menorca en el año 2019, un millón y medio de pasajeros menos de los que se han alcanzado con la gratuidad. Lo sucedido en este tiempo, al igual que el bache de pasajeros por la pandemia, directamente se ignora: «No han sido años normales», justifican. Se han usado, por tanto, los datos de la década pasada para calcular las necesidades de nuevas rutas, mejoras de las actuales y compensación económica a las empresas concesionarias para los próximos diez años.
Desde la oposición, PSOE y Més per Menorca han reprochado al conseller de Movilidad, Juan Manuel Delgado, que no haya previsto fidelizar a los usuarios que, desde septiembre de 2022, se han acostumbrado a coger el autobús para sus desplazamientos por la Isla. De hecho, el Consell ya ha decidido regresar a partir de 2025 al mismo modelo de tarifas y descuentos que existía antes de la pandemia, con descuentos para usuarios habituales y colectivos concretos como jóvenes, jubilados y ciertos colectivos vulnerables, pero sin contemplar la gratuidad para ninguno de ellos.
Un coste de 4,8 millones al año
El de este lunes ha sido el tercer intento del Consell de aprobar un anteproyecto con las rutas que necesita Menorca a diez años vista, los anteriores fueron en 2018 y 2021. Este trámite es necesario para poder sacar a concurso unas concesiones que llevan caducadas desde finales de 2020 y prestándose fuera de contrato, una grave irregularidad administrativa que se viene advirtiendo desde hace años. El equipo de gobierno calcula que necesitará dos años más para completar las nuevas adjudicaciones.
Si se cumple la previsión de pasajeros formulada en el estudio aprobado hoy por el Consell, mantener el servicio de transporte público por carretera en Menorca tendrá un coste anual de 4,8 millones. Si, en cambio, hay más usuarios de los que había en 2019, el gobierno insular se ahorrará dinero, porque a diferencia de lo que sucede ahora, todos los viajeros pagarán por subirse al autobús.
La concesión más cara de mantener será la troncal (IB06) con 3,5 millones anuales, seguida por la de Ciutadella (IB07) con 780.000 euros, y la de la costa norte (IB08) con 530.000 euros al año.
De Ciutadella al aeropuerto
A falta de conocer el detalle de las nuevas rutas que saldrán a concesión, el conseller Delgado ha esbozado algunas novedades, que en su mayor parte son las mismas que se vienen anunciando desde 2018. Es el caso, por ejemplo, de una línea directa que una Ciutadella con el aeropuerto, que tendría su primera expedición sobre las cinco de la mañana para poder tomar el primer vuelo del día.
Son líneas, en todo caso, que habrá que esperar dos años más para que sean una realidad. Como también habrá que esperar para mejoras básicas que hoy todavía no se aplican, como que se pueda pagar el billete de bus con tarjeta o teléfono móvil, una situación que causa incredulidad a los usuarios –por ejemplo los turistas- que no son habituales del servicio.
Las otras novedades esbozadas para el futuro son más frecuencias entre Maó y Ciutadella de lunes a sábado, el refuerzo de las conexiones con la zona de institutos de Bintalfa, la ampliación del Bus Nit a la noche del viernes (ahora es solo los sábados), aplicar el horario de verano a la ruta Maó – Aeropuerto desde mayo, incluir la parada del Hospital en el bus de Maó a Es Castell, más conexiones con Es Grau en verano, o nuevas paradas y horarios en Son Vitamina y Cala en Porter para conectar con Alaior, entre otras.
Lo que faltaba, más coches a saturar la carretera tercermundista.