Para hacerse una idea del tesoro que albergan las aguas al norte de Menorca, la guardería de cachalotes que quiere proteger Tursiops, en los últimos tres años el 50 por ciento de las crías que sus investigadores marinos han avistado estaban en esa zona, y el otro 50 por ciento en el resto del archipiélago. «Para llegar al mismo número de crías en otras zonas de Balears tenemos que realizar más campañas, entre ocho y diez más», explica Txema Brotons, el biólogo especializado en cetáceos que lidera el proyecto para el seguimiento de la población de cachalotes en las Islas y director científico de Tursiops.
La protección que se pretende de la zona de cría de este gran mamífero marino, la única «constatada» en el Mediterráneo por los científicos de Tursiops, implicaría aplicar una serie de medidas para proteger a estos animales de sus principales amenazas, la primera, las colisiones e impactos con grandes buques, que los atropellan y les provocan mutilaciones y en muchos casos la muerte. Otros peligros son la contaminación acústica, la ingesta de plásticos y las redes de deriva ilegales, «no se usan en Menorca pero sí al sur, países de África, y de vez en cuando aparecen ejemplares muertos en ellas», afirma el director de Tursiops.
Controlar el tránsito marítimo «es la medida reina en las zonas de cetáceos, regular la velocidad y la frecuencia de las rutas, para que la declaración no se quede en el papel se necesitará un plan de gestión», indica Aniol Esteban, biólogo marino y director de Marilles. La fundación dedicada a la conservación del mar Balear colabora desde hace años con Tursiops, que recibió una de sus primeras becas y de la que Esteban destaca su «fortaleza científica y su pasión».
El biólogo afirma que el descubrimiento de la guardería de cachalotes por parte de la entidad de investigación «es una muestra más de la riqueza que hay en el Mediterráneo y Balears que no se conoce ni se pone en valor».
En el otro lado del mundo, en la isla caribeña de Dominica, existe el primer santuario mundial de cachalotes, un área de 800 kilómetros cuadrados donde estos cetáceos alimentan y cuidan a sus crías. Allí se ha delimitado un canal para la navegación comercial y se permite la pesca artesanal sostenible; el atractivo turístico del avistamiento de los grandes cetáceos se puede realizar pero con limitaciones y el control de las autoridades.
Este es un ejemplo de lo que podría suponer la regulación de la zona de cría detectada al norte de Menorca si se aprueba su protección y posteriormente se toman medidas para hacerla efectiva. Se podría, por ejemplo, establecer una limitación de velocidad para los buques, pero de momento es una hipótesis, eso vendría después, «la declaración no contempla ninguna medida regulatoria pero sería el paraguas para la protección de esta zona prístina en el Mediterráneo», señala Brotons, un lugar salvaje en el que hay poca actividad humana y por eso los cachalotes lo han elegido para el nacimiento y cuidado de sus crías, sin perturbaciones y alimento suficiente. El biólogo cree que «no parece que tengan que implementarse medidas drásticas, pero la regulación la decidirá el Ministerio según los impactos».
En estos momentos la entidad calcula que hay unos dos mil ejemplares de cachalotes en todo el Mediterráneo. El área al norte de Menorca, además de ser una zona de cría única, si se aprueba la protección sería el segundo santuario de cachalotes declarado en el mundo, detrás del de Dominica.
Txema Brotons explica que los cachalotes están muy lejos de la costa, los equipos de Tursiops usan hidrófonos, aparatos para escuchar y grabar sonidos subacuáticos, y así logran detectarlos, después de horas de navegación. Regular el avistamiento de estos cetáceos «lo veo lejano, porque los grupos con crías son más sensibles, pero no se descarta», comenta.
Si esto es para que haya un majora substancial de Menorca como reserva de la biosfera, es decir, que se nos faciliten fondos para esa gestión, perfecto, si es otro titulo vacio del que se va a aprovechar 4, entonces...