La retirada de velella en las playas de Menorca se ha convertido en una lucha contra los elementos. Algunos arenales que se habían dado por limpios en los últimos días, como el de Son Bou en Alaior, han vuelto a aparecer cubiertos por un espeso manto de color azul.
La llegada de este organismo gelatinoso a las costas de la Isla, que al entrar en descomposición sobre la arena o las rocas emite un desagradable olor, es muy superior a la registrada en años anteriores.
La práctica totalidad de la planta hotelera de Menorca ha abierto ya sus puertas con motivo de la Semana Santa, lo que llevó al Consell a poner en marcha un plan de choque para su limpieza. No obstante, los bancos de velella que se mueven a merced de la corriente en alta mar han vuelto a cubrir algunas de las playas que se daban ya por limpias.
Como norma general, el Servicio de Limpieza de Playas espera a que la velella esté seca y adquiera un color blanquecino antes de proceder a su retirada. En caso de quitarla cuando todavía está húmeda, sus restos se mezclarían con la arena y las molestias por el olor entre los bañistas se prolongarían más tiempo.
Es lo que tiene la naturaleza, que va por libre.