El calor, las altas temperaturas, son el fenómeno atmosférico más relevante, característico y distintivo del verano. También, para ciertos gremios y actividades, fundamentalmente las que exigen desarrollarse al aire libre, uno de sus principales ‘enemigos’ en esta estación del año.
Empleados de la construcción y de limpieza, repartidores, hamaqueros e incluso deportistas. Son varios los sectores y materias que no pueden escapar de la térmica atmósfera que propicia la época estival –ni del estrés, ya sea en carne propia o el que transmiten terceros–, debido a la masificación que experimenta la Isla en estos meses, o a consecuencia de la combinación de todos esos agentes.
Sin otra opción que adaptarse y aclimatarse a ello, puesto que en ciertos casos su volumen de trabajo incluso se incrementa en esta franja del año, a continuación pulsamos a algunos de esos rostros y profesionales que deben convivir con ese aumento de grados celsius. Más si cabe en el presente 2025, en el que el verano arrecia con fuerza desde sus albores.
Empleado en una empresa de limpieza y poseedor de una concesión para la gestión del servicio de sombrillas y hamacas en las playas de Binibèquer y Cala Tirant, José Finestres nos explica que tanto en una como en otra función se siguen una serie de pautas que contribuyen a convivir mejor con las altas temperaturas.
«En FCC nos detallan unos protocolos a cumplir; y cuando hace mucho calor buscamos trabajar en las sombras, nos refrescamos de modo constante... pero es muy duro, tampoco es fácil prever un golpe de calor. Por ejemplo, la zona del puerto es más exigente, siempre pega el sol», explica Finestres.
En relación a su empresa particular, que presta servicio en las playas, Finestres concede permiso a sus trabajadores para que puedan, de tanto en tanto, darse un chapuzón, lo que sin duda alivia, sobre todo en las horas punta de calor. Una considerable ingesta diaria de agua –unos cinco litros de media–, y un par de duchas al día son otras rutinas imprescindibles para, dentro de lo posible, hacer más plácida la jornada veraniega, concluye Finestres.
El constructor Antonio González ‘Chamorro’, desde hace décadas radicado en la Isla, detalla que recurrir a la jornada intensiva, que en su caso promueve a partir de junio, es práctica común en este periodo del año entre los de su ramo, o parar en agosto. «Hacemos de 7 a 15 horas, paramos un rato para tomar un bocadillo y evitamos los golpes de calor», indica.
Eso implica el mismo volumen de trabajo «y rendimiento», pero con un matiz a tener en cuenta; «las labores más duras las llevamos a cabo a primera hora, cuando hace menos calor, y a la inversa, lo más llevadero se hace en las horas en que más aprieta el calor». Para contrarrestar las altas temperaturas, «se bebe más agua» que en invierno, «nos mojamos la cabeza, la camiseta...», apostilla Chamorro.
Transportistas
El sector del reparto y transporte es otro que sufre gran exposición al calor, e igualmente a otros factores que generan el estío insular, como la masificación de la carretera. Los tiempos han mejorado, los vehículos están más provistos (aire acondicionado, equipamiento eléctrico para cargar y descargar), pero sigue siendo una labor «mucho más dura en verano que en invierno», nos relata Paco Show, que acumula varios lustros de experiencia en este campo laboral. «Tienes ese contraste entre la temperatura agradable que te facilita el aire acondicionado, pero que debes usar con moderación sino el golpe luego es mayor, y el calor que hace cuando sales a descargar, a hacer el reparto», anota.
Y cabe añadir a todo eso, «que hay mucha más gente, mucho más tráfico, los transportistas debemos ir con cuatro ojos», sin omitir que mucha gente, por el calor, por la masificación o por todo a la vez, «está de peor humor, más tensa y nerviosa». Su realidad les impide poder optar por la jornada intensiva, «pues hay clientes que necesitan el servicio por la tarde», aclara Paco, y tiene, en el tramo que comprende desde el preámbulo del verano hasta superada la tercera semana de julio, su mayor repunte.
«Agosto también es exigente, pero menos, pues los hoteles han cargado todo, los pedidos ya están hechos», y en septiembre, un nuevo punto álgido, «al cerrar los hoteles, y aún hace mucho calor», explica.
El agua u otros líquidos, siempre sin alcohol, son otras soluciones para mitigar los efectos veraniegos. Y sobre todo, termina Paco Show en otra alusión a lo que se encuentra por la carretera, «mucha paciencia en unos meses que realmente son terribles».
Nuestro último testimonio nos lo ofrece José Moll, propietario de una empresa de control de plagas, cuyo atuendo y enclaves donde opera en ocasiones no ayudan precisamente a combatir las altas temperaturas. «El calor se nota más, por supuesto; si estando en casa ya sudas... pero casi peor es la humedad», precisa. «Nos adaptamos, pues hay más trabajo en esta época; es importante ir bebiendo agua, y abogamos por una dieta más suave, lo que también ayuda; y el hecho de ser de aquí, creo que también hace que te acostumbres, que lo lleves mejor», sentencia Moll.
Toda la vida trabajando sin aire acondicionado en el campo, el mar en todos lados y ahora resulta que somos flojos, y marcianos de colores que nos fundimos. La generación vive hasta los 100 años y ahora las próximas ni sabrán trabajar ni caminar por el frío ni el calor no podemos ser más idiotas